UNA PELICULA, UNA CANCION, UN POEMA.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 21:00



En otras ocasiones he mencionado esta predilección mía por las historias en general. Ya saben, están ahí en cada momento, fortuito o intencionado, detrás de la señora que espera su cola a pocos metros de la cajera; en los libros, malos, buenos; en las películas, de las que ya dije que soy poco aficionado pero con una promesa de acercamiento; en las canciones, en las canciones con historias.
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Quedó por aquí huella de mi periplo a través de “El ángel exterminador” de Buñuel. De aquella a la que pretendo hacerme eco en estos momentos hay unas cuantas pero tal vez, no supieron o no supe, ver la magia de una buena historia contada con la mejor de los impulsos creativos. Hoy, mi pequeña aportación al mundo del cine pasa, por la que según algunos -más que meros aficionados al cine- definen como de las no mejores de ese peculiar gnomo que se me hace Woody Allen. Irreverente como soy me fui a verla. He de decir que un empujón importante para sentarme en el sofá y poner el DVD tiene nombre de mujer y la voluptuosidad femenina por bandera. Mis disculpas por ello pero, qué quieren que les diga, entre ella y yo (averigüen cual de las señoritas que aparecen) existe cierta atracción que nos impide que lleguemos a conocernos algún día. Magnífico: así yo la idolatro mientras ella disimula saber que yo no existo.
Como en la vez anterior, procuraré no decir nada que descubra ni una mínima parte de su contenido. Eso sí, hay que hablar de Barcelona y de la manera en que se nos dibuja en panorámicas iguales a las que vi todas y cada una de las veces que estuve por allí, haciendo especial hincapié en las obras arquitectónicas de Gaudí. Viendo la película anoté en mi memoria que, tal vez, Barcelona poco tiene que envidiar a París. A criterio dejo si es cosa del cine, o de la propia ciudad. También nos llevan las cámaras a Oviedo que, si bien desconozco, en la película, se nos presenta como un remanso de paz absoluta en varias escenas: el hogar de un poeta entregado a su obra; un íntimo concierto de guitarra entre verdes y verdes. Creo intuir de los protagonistas de la historia los extremos de la vida y el arte. Al fin y al cabo, la búsqueda transcendente y la de la mera existencia. En cuanto al arte señalar el papel que desempeña Juan Antonio (Javier Bardem) como artista de moda cuyas pretensiones parece no sobrepasar más allá de una vida bohemia; el personaje al que representa Penélope Cruz, artista también, derrotada y destructiva, incluso, en el interior de su obra. El otro extremo de ese mismo aspecto, el padre de Juan Antonio (Bardem), un poeta ya mayor alejado de la sociedad y cuya obra aspira, inédita en el momento, a calar más en el tiempo que en lo efímero de la vida. Toda una realidad presumiblemente del pasado pero que sigue latente entre los artistas.
Vicky y Cristina (Rebeca Hall y Scarlett Johansson), se plantean como los dos extremos de la búsqueda existencial. Vicky descansa su juventud en un inminente matrimonio acomodado y, Cristina, ávida por vivir de forma completamente emocional hace físico el lema carpe diem.
No esperen giros vertiginosos de admirar pues, los pocos en la película aportan más bien poco. Las escenas se suceden de forma muy natural y las distintas maneras de concebir el amor, contribuyen a seguir hacia dónde acabarán los pasos de los personajes.
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Es caprichoso el azar. Toda la semana sin poder quitármela de la cabeza. La melodía de lo que en principio identifico como un piano, no sé si violines también, y sobre todo la voz de Joan Manuel Serrat, que pienso como una parte más de la instrumentación. Toda la letra es destacable como unidad poética, y la historia cantada, el amor repentino, un azote de la fortuna en mitad de una agradable dulcificación de la escena ordinaria. Toda la semana sin poder arrancarla de mis sienes entre el deleite y, tal vez, la tortura de saber que hay cosas que o pasan muy pocas veces en la vida, o no pasan.
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La idea se completaba con la publicación de un poemita acto seguido a la canción. Simplemente me abstengo. Dejo que recapaciten en lo último que han leído.

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