Cómo te llamas.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 3:11

La camarera luce su delantal hasta mi mesa. Los ojos muy abiertos, me mira. La miro, sin intención, de forma siniestra y con mis propios ojos, pido disculpas al techo por tanto amargor.
Inmigrante; camarera; mujer.
Me pregunto si al igual que yo piensa en la vida, envuelta en oscuras sábanas de frialdad.
Decido bautizar mi café, ya casi le hablo; ya casi le suplico su compañía antes de que su ausencia se llame Jonás o peor aún, World Trade Center. La soledad es un licor exasperante, una hoja de ruta longitudinal por el borde de un acantilado hacia ningún lugar. ¿cuál será su nombre?
Vuelve a mirarme. Yo la miro pasar, esta vez, con algo más de calma ¿se preguntará también ella mi nombre?
La ventana está abierta: un mundo, dos, universo. Percibo el olor de la sangre que bulle por las aceras. Las conversaciones a mi alrededor se parecen tanto a las de ayer pero son tan diferentes.
Le pido la cuenta: cinco euros.
-perdona: ¿cómo te llamas?

Hombre que caminas

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 15:10

Hay un hombre que camina, siempre solo.
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Moja el futuro sus tenues madrugadas en algún punto
Alrededor de un monstruoso lago recostado
En un lecho fangoso y…, agotadora es la arena;
Sobre ella camina un hombre siguiendo su orilla.
Mojan sus pies laxas moléculas de agua
Pacientes en el devenir pausado;
descalzos miran al cielo los dedos.
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…El hombre que soñaba con poemas…
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Siempre solo, hay un hombre que camina
Por el borde de un lago, su centro a la izquierda.
Un bosque abstraído se rebela del terreno
Al otro lado de los suspiros que nacen del origen,
Y se alimentan de la muerte que los insectos arrojan
En los domingos ociosos de los peces de ciudad.
Grita levante el bosque en su corteza
Mientras el hombre, que no desfallece, busca,
El futuro, varado, alrededor de un mar pequeño.
Sabe el hombre que llegará y hallará despierto
El pedazo tardío del presente aún humeante,
Bailando al son de los tristes ángeles caídos.
Será allí donde deje el hombre de soñar poemas,
Allí será donde deje de pensar versos el hombre.
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…Pero sólo pensaba versos…
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Pero resulta, que tenemos al hombre al filo
De una sima mojada, tan torpe. Camina
Sin mirar el misterio, sin contestar al grito
Afilado; sin adentrar al menos sus rodillas
Donde aún mora el rebufo de la existencia.
Camina siguiendo la orilla que le lleve al futuro,
¿para dejar de soñar? Para dejar de soñar ¿para vivir?

Otra vez juntos.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 1:30

No me pueden decir ustedes -seres invisibles, tal vez mera invención, pura fantasía- que aún no la conocen. Ella es, sencillamente, una criatura de apariencia inanimada. Una flor fósil, una esclava del sonido y de la serpiente. Juanita Desamparo, cuyo nombre hace honor a una figura poética predilecta para mí, la paradoja, vuelve a las andadas tras el desgraciado accidente de uno de sus seis vilipendiados ofidios. Pensé que sería más dura; algo así como la ex mujer que se niega a ser tocada finamente por uno, inhibiéndose de su responsabilidad de amante por orden emocional vinculante. El caso es que uno, a pesar de ser una derrota sentimental, aún sabe jugarse la boca y como no, los dedos. Así fui desterrando a la maltrecha pitón accidentada, haciendo de su sitio el de otra, más vieja pero experimentada, curtida en mil falsetas de bulerías; sí, sí, todo un lujo. Una vez el reparo materializado y mi señora luciendo nuevo look, mis pobres notas malsonantes volvieron a crepitar entre las paredes de este refugio que ya era casi un solar de la pasión. Mientras escribo estas líneas de alegría, ella, que se sienta junto a mí en el sofá, resplandece entre el aire viciado y caliente de la pesadumbre.
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Le he recitado aquel soneto que hace algunos días colgué por ahí abajito, y que le escribí pocos días antes. Sonríe cómplice, pero con el consejo en su mano, de que hombre precavido vale por dos. Habrá que hacer acopio de serpientes, habilitar un nuevo cajón.

Quedarnos dormidos.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 3:04

Por qué no quedarnos dormidos
Las manos bajo la almohada, la vista
Agotando luces sobre otra vista
Las muelas reposadas sin herir.
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La noche es más justa cuando se es acompañado
De ajenas bellas sinfonías con sus cuatro movimientos
Paralelos, rumbo al letargo misterioso de caer.
Todo es más triste o más alegre en la noche de unas sábanas.
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Por qué no quedarnos dormidos
Los pies entrelazados con otros
Desdeñando facturas de muerte
La boca callando, callando la boca.
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Será tal vez tributo al silencio, quizá a los sonidos
La pausa inexistente entre dos caricias y un beso
Antes de saborear penúltimos alientos agotados
Y se nos vierta el somnífero telón de lo extraño.
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Por qué no quedarnos dormidos
El pecho latiendo al colchón
Raíces de ayer, frutos que serán mañana
Tan sujetos al sueño incipiente.