Entonces.

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 12:59

CON VOSOTROS

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 0:56


Llevadme con vosotros, quiero volver
a mojar los pies en aquel vado de paz en la guerra.
Coged mi mano tan míseramente adulta
y arrastradme al sueño en los manglares,
a los versos de aire y de tierra con vosotros,
para reír de pena dulce con vosotros.
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Llevo en mi carne la vuestra por no poder
arrancar de mis ojos el recuerdo,
de las negras pieles de los ojos negros.
Sois tan hijos míos hoy como lo fuisteis de Ella.
Como lo sois de la pureza que el hombre ha maltratado.
Llevadme con vosotros, quiero volver.

Atardece

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 20:37

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Y si atardece, como parece que atardecemos,
como parece que la vida en sí, se encierra
en un cajón despoblándose de pronto.
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Si atardece pasearé,
justo hasta las marismas,
allá, hacia el oeste donde
el astro rey se sumerge en la bahía
para echar a suertes su resurgir.
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Y si atardece, sólo si llegamos a atardecer,
no fabricaremos más eco del dolor,
enterraremos hachas y armaduras.
Soplaré un quejido por cada estrella del cielo.
¡Me arrodillaré! ¡Arrojaré mi cuerpo en reverencia!
¡A un sol muerto! ¡A media asta!
Porque tú y yo atardecemos... atardecemos con él.
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Si atardece en esta vereda entre salinas
provista de alma, nada podrá llevarme ya
al infinito, al horizonte incierto, a vivir un más allá.
No quiero ver que atardecemos.
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Y si atardece ya no más tú conmigo
nunca ya este los dos, sino tú y yo,
yo en una vereda entre salinas,
yo rompiendo cada día en el camino.
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Si atardece alargándose la sombra desde las estatuas.
Qué fiestas la desdicha y la pena.
No te invitarán y tampoco lo harán conmigo
que me desgarro porque atardece.
¡Me arrodillaré! ¡Arrojaré mi cuerpo en reverencia!
¡A un sol muerto! ¡A media asta!
Porque tú y yo atardecemos... atardecemos con él.
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El suelo que pisamos se relame
porque sabe que jamás naceré otra vez
al final de este sendero de delirios.
Y si atardece y si atardece. Si atardece…





Miedo del miedo (Parte II)

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 22:19

Por fin avanza, inquieta la mano que sujeta la linterna, por el primer tramo de pasillo, diez metros tal vez. Cada dos pasos apoya su espalda contra la pared y así poder controlar ambas direcciones, vanguardia y retaguardia, por un momento. Piensa en las causas que podrían originar el misterioso ruido que lleva acosándole durante toda la noche. De todas las opciones, ninguna le parece válida. Cada vez está más cerca de la esquina, algo le podría estar esperando al doblar. La luz de la linterna está perdiendo fuerza y… de súbito se detiene, se encarama a la pared pero no gira la cabeza, su vista está centrada en la pared que frente a él, en la esquina que tuerce a la derecha, se clarea apenas por la ahora enfermiza luz de la linterna. Se siente rígido, incapaz de dar un paso más lucha por identificar el extraño bulto que le espera, justo al final del tramo de pasillo. “Parece alguien sentado” piensa sin querer con el pecho rompiendo en cada latido como un fuerte oleaje. “Pero no puede ser una persona, es más pequeño; ¿un niño tal vez? ¡Pero por todos los santos…! ¿qué puede pintar aquí un niño? ¿cómo puede haber entrado? Y lo que es más… ¿para qué…?” Un hola en un leve susurro recorre los metros que le separan de una extraña visión. “Oiga, usted ¿cómo ha entrado aquí?” pregunta al aire cuando por fin parece notar un movimiento en la figura desconocida.
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Poco a poco nuestro vigilante en un acceso de curiosidad, camina con paso corto sin dejar de apuntar a la pared donde cree haber visto algo. A medida que avanza y se acerca va aumentando la velocidad hasta llegar al último metro de penumbra en el que por fin puede comprobar que la imaginación puede jugar malas bromas. Pero sin querer ha llegado al extremo del pasillo, justo donde tuerce a la derecha para prolongarse en el segundo tramo, más largo y más oscuro que el primero.
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Ha bajado la guardia. Camina con el alivio de saberse torpemente sugestionado por la soledad nocturna de su profesión. Casi goza de una estúpida felicidad al sentirse a salvo de sí mismo pero, a medida que se interna por el largo pasillo vuelve a dibujar imágenes aterradoras en su mente. De pronto vuelve a recordar el origen de la ronda: los extraños ruidos. Llega a la altura de uno de los interruptores de la luz y para su mal comprueba que el pilotito naranja que lo señaliza está apagado. Recobra el nerviosismo que creía superado, golpea con más miedo que acierto el interruptor pero no por ello, a pesar de pulsarlo varias veces éste no enciende la luz del pasillo. Tiene ganas de correr cuando desde dentro, desde el patio, un infierno de cristales acribillan el silencio de la noche rompiéndose en mil pedazos. “lo sabía, alguien acechaba desde la claraboya” piensa mas no le tranquiliza. “deben estar entrando ¿qué hago? Así no puedo reaccionar ante nada” se sabe impotente ante lo que ocurre.
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Acelera el paso hasta abandonar el segundo pasillo y por fin llega al final del tercer tramo. Sabe que ha de asomarse a la esquina desde la que podrá observar el patio. Piensa en que, desde que escuchó romperse los cristales no ha vuelto a escuchar ni un solo ruido más y eso lo pone aún más nervioso.
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Nuestro vigilante se asoma por la esquina y rápidamente vuelve a esconder la cabeza. Una vez a cubierto cierra sus ojos y no consigue entenderlo. Cree haber visto todo tal y como estaba la última vez que pasó por el patio gobernado por incontables macetas. Una vez más vuelve a asomarse, esta vez con más calma. Pero nada. Nada parece haber cambiado y tras mirar hacia arriba, en dirección a la claraboya, la observa intacta. Una vez más piensa en todo, repasa cada situación. Han pasado cuatro horas desde que empezó a no encontrarse bien. Vuelve al cuartucho.
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Ahora está fresco. Su ausencia ha hecho que el aire acondicionado se esparciera sin obstáculos por toda la habitación. Eso le relaja. Se quita el cinturón, enciende el televisor y trata de olvidar toda la serie de estupideces que ha estado haciendo durante tanto tiempo. Se puede decir que respira con normalidad, ello le incita a encenderse un cigarrillo. Estira las piernas mientras exhala el humo hacia el techo, se siente agotado. La falta de sueño le hace entrar en estado de relajación, se atenúan sus sentidos. Da una última calada al cigarro cuando, de detrás de la puerta, unos pasos acelerados interrumpen el pulso de nuestro vigilante y de un golpe, se abre la puerta.

Miedo del miedo (Parte I)

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 10:28

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Menos que una brisa de origen desconocido agita los tallos y en ellos, las hojas de las plantas que habitan el patio central del piso, al otro lado de la ventana del cuartucho. Todas las ventanas interiores dan a él. Nuestro vigilante se estremece al pensar por un momento que, de entrar alguien, podría hacerlo perfectamente por ahí. Es más, se dibuja a la perfección en su cabeza la escena intrusiva y silenciosa. “Al menos es preferible encontrar a alguien por ahí fuera, merodeando los pasillos porque… y si no es así ¿qué otra cosa puede estar acechándome?” No quiere volver a mirar más la ventana. Cada vez está más seguro que si algo le ataca o lo da un susto de muerte, lo haría por ese mismo lugar.

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“Otro ruido más y salgo a echar un vistazo”. Sin embargo iban tres las veces que nuestro vigilante argumentaba su valentía, escudado detrás de una cuestión de tiempo. La butaca, aunque cómoda en principio, parecía vibrar con cada sístole y diástole provocando en el celador cierta impostura expectante, una posición de guardia alta mal disimulada ante una posible presencia oculta, vaya usted a saber dónde. Frente a la butaca, la ventana entreabierta apenas deja otear la tenebrosa oscuridad que tras el vuelo de un visillo permeable, amenaza con un estallido de rostros, tal vez, gobernados por dentaduras inenarrables, ojos de todos los tamaños, caramelizados por finos truenos de rojos derramados. Así mismo se encuentran los suyos a causa del número de noches como esta, en la que sentado en una confortable butaca, se siente observado por un ente o criatura que atenaza sus músculos con el sólo poder de su inexistencia.

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Se finge interlocutor consigo mismo “¿no hace más calor ahora?” Mientras, un leve sonido apenas perceptible hace eco en sus oídos. “Sí, no estoy solo. No me estoy volviendo loco. Ahí, justo ahí, detrás de la puerta debe haber algo ¿cómo si no…? “discurre a la par que su atención se fija en el pomo de la puerta. Lleva más del tiempo que cualquiera pudiera considerar normal en cualquier situación, más incluso que si esperase a alguien. No pestañea y de súbito, quizá el momento esperado se acerque: inclina raudo su cuerpo en una extraña posición de defensa. Justo en el movimiento, su mente proyecta de forma clara lo que hace unos instantes, era el giro perfecto y lento del pomo de la puerta que no hizo más que revelar el reflejo de un mínimo movimiento de cabeza, multiplicando por mil su velocidad. “No aguanto más” El cigarro se ha quemado en sus dedos agudizándose el dolor con el sólo respirar jadeante. “Debo salir fuera, dar una ronda y tal vez, al comprobar que todo esto no es más que mera sugestión podré continuar con la jornada sosegado y sin sobresaltos” No es así como nuestro vigilante se debate entre salir a echar un vistazo o seguir en la butaca temblando por lo desconocido.
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La luz que ilumina el cuartucho en el que ejerce su retén acusa una leve bajada de tensión. Lívido, la sangre se le detiene y ya no soporta más la idea de permanecer más tiempo sujeto a la espera de que lo inevitable se le derrame por la venta o la puerta de forma sorpresiva. Casi abraza la incipiente aventura cuando baraja las posibilidades de una intrusión fortuita sin una sola buena intención. “Para eso estoy aquí se supone” piensa en un espejismo parecido a la valentía. “Así que de acuerdo. Fuera de esta habitación no hay nada porque… he cerrado, y me he asegurado bien de ello, la puerta que da al exterior del edificio; todas las habitaciones están ocupadas menos una por lo que las ventanas de las mismas están controladas” una vez más un ruido, sordo y duradero vuelve a sonar al otro lado de la ventana: otro sobresalto “ todo está más que controlado por más que ese maldito estrépito me haga creer otra cosa pero… la claraboya…”

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Ya de pie, golpeadas las arrugas del pantalón producidas por el ajetreo sobre la butaca, agarra con falsa firmeza el manojo de llaves reposado sobre la mesa, junto a la puerta que le separa de lo que él asegura como lo extraño. Le sudan las manos, la izquierda aprieta el manojo de llaves, la derecha resbala en el pomo dorado con exasperante torpeza. La puerta abierta a su espalda, extrae de su cinturón la linterna ya encendida por los nervios. El primer tramo del pasillo se extiende delante de él. A su derecha, la oscuridad del patio le empuja con fuerza hacia la pared de la izquierda para, con algo más que cautela y sin perder de reojo la amplia macetilla, avanzar en busca de la nada. Una vez más, el mismo sonido que lleva aterrorizándolo toda la noche domina sobre el silencio por un tiempo que a nuestro vigilante se hace eterno.

De cuando quise visitarte

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 20:52

Quise visitarte. Me presenté
en tu morada y dije: soy yo,
este hogar que ves. Entonces
comencé mi viaje a través
de unos ojos indómitos
navegando la noche caminado el día
por venas y arterias.
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Al pasar por la boca
Fatigado de latidos me di
con un paladar sereno
de piel amelocotonada y tenue.
No me quise detener y reías.
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Seguí de pleno en mi periplo
fantasmagórico de cuevas
para dar con una fuente
en la que no se admitían monedas.
Era tu corazón, y en el intento
de abrazarlo, me golpeaste.

Sin título

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 7:20

Déjame ser tu poeta en esta noche
Para no ser yo, para ser en ti;
Para hacer tu voz la mía y clamar
De entre la sombra y la niebla,
Como el mío propio, tu deseo.

Cómo te llamas.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 3:11

La camarera luce su delantal hasta mi mesa. Los ojos muy abiertos, me mira. La miro, sin intención, de forma siniestra y con mis propios ojos, pido disculpas al techo por tanto amargor.
Inmigrante; camarera; mujer.
Me pregunto si al igual que yo piensa en la vida, envuelta en oscuras sábanas de frialdad.
Decido bautizar mi café, ya casi le hablo; ya casi le suplico su compañía antes de que su ausencia se llame Jonás o peor aún, World Trade Center. La soledad es un licor exasperante, una hoja de ruta longitudinal por el borde de un acantilado hacia ningún lugar. ¿cuál será su nombre?
Vuelve a mirarme. Yo la miro pasar, esta vez, con algo más de calma ¿se preguntará también ella mi nombre?
La ventana está abierta: un mundo, dos, universo. Percibo el olor de la sangre que bulle por las aceras. Las conversaciones a mi alrededor se parecen tanto a las de ayer pero son tan diferentes.
Le pido la cuenta: cinco euros.
-perdona: ¿cómo te llamas?

Hombre que caminas

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 15:10

Hay un hombre que camina, siempre solo.
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Moja el futuro sus tenues madrugadas en algún punto
Alrededor de un monstruoso lago recostado
En un lecho fangoso y…, agotadora es la arena;
Sobre ella camina un hombre siguiendo su orilla.
Mojan sus pies laxas moléculas de agua
Pacientes en el devenir pausado;
descalzos miran al cielo los dedos.
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…El hombre que soñaba con poemas…
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Siempre solo, hay un hombre que camina
Por el borde de un lago, su centro a la izquierda.
Un bosque abstraído se rebela del terreno
Al otro lado de los suspiros que nacen del origen,
Y se alimentan de la muerte que los insectos arrojan
En los domingos ociosos de los peces de ciudad.
Grita levante el bosque en su corteza
Mientras el hombre, que no desfallece, busca,
El futuro, varado, alrededor de un mar pequeño.
Sabe el hombre que llegará y hallará despierto
El pedazo tardío del presente aún humeante,
Bailando al son de los tristes ángeles caídos.
Será allí donde deje el hombre de soñar poemas,
Allí será donde deje de pensar versos el hombre.
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…Pero sólo pensaba versos…
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Pero resulta, que tenemos al hombre al filo
De una sima mojada, tan torpe. Camina
Sin mirar el misterio, sin contestar al grito
Afilado; sin adentrar al menos sus rodillas
Donde aún mora el rebufo de la existencia.
Camina siguiendo la orilla que le lleve al futuro,
¿para dejar de soñar? Para dejar de soñar ¿para vivir?

Otra vez juntos.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 1:30

No me pueden decir ustedes -seres invisibles, tal vez mera invención, pura fantasía- que aún no la conocen. Ella es, sencillamente, una criatura de apariencia inanimada. Una flor fósil, una esclava del sonido y de la serpiente. Juanita Desamparo, cuyo nombre hace honor a una figura poética predilecta para mí, la paradoja, vuelve a las andadas tras el desgraciado accidente de uno de sus seis vilipendiados ofidios. Pensé que sería más dura; algo así como la ex mujer que se niega a ser tocada finamente por uno, inhibiéndose de su responsabilidad de amante por orden emocional vinculante. El caso es que uno, a pesar de ser una derrota sentimental, aún sabe jugarse la boca y como no, los dedos. Así fui desterrando a la maltrecha pitón accidentada, haciendo de su sitio el de otra, más vieja pero experimentada, curtida en mil falsetas de bulerías; sí, sí, todo un lujo. Una vez el reparo materializado y mi señora luciendo nuevo look, mis pobres notas malsonantes volvieron a crepitar entre las paredes de este refugio que ya era casi un solar de la pasión. Mientras escribo estas líneas de alegría, ella, que se sienta junto a mí en el sofá, resplandece entre el aire viciado y caliente de la pesadumbre.
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Le he recitado aquel soneto que hace algunos días colgué por ahí abajito, y que le escribí pocos días antes. Sonríe cómplice, pero con el consejo en su mano, de que hombre precavido vale por dos. Habrá que hacer acopio de serpientes, habilitar un nuevo cajón.

Quedarnos dormidos.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 3:04

Por qué no quedarnos dormidos
Las manos bajo la almohada, la vista
Agotando luces sobre otra vista
Las muelas reposadas sin herir.
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La noche es más justa cuando se es acompañado
De ajenas bellas sinfonías con sus cuatro movimientos
Paralelos, rumbo al letargo misterioso de caer.
Todo es más triste o más alegre en la noche de unas sábanas.
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Por qué no quedarnos dormidos
Los pies entrelazados con otros
Desdeñando facturas de muerte
La boca callando, callando la boca.
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Será tal vez tributo al silencio, quizá a los sonidos
La pausa inexistente entre dos caricias y un beso
Antes de saborear penúltimos alientos agotados
Y se nos vierta el somnífero telón de lo extraño.
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Por qué no quedarnos dormidos
El pecho latiendo al colchón
Raíces de ayer, frutos que serán mañana
Tan sujetos al sueño incipiente.

El poeta hoy III

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 13:23

Los males de este mundo se deben en menor o mayor medida a las ideas.
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Y después de escribir esto, uno piensa: ¡vaya chaval, cómo te columpias! Sólo un instante después la figura paradójica se siente clara y firme frente a los ojos; como el torero, sabedor en el momento justo de la cogida, que en su arte la muerte es la única realidad posible.
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Me pregunto qué pensaría sobre esto nuestro último y tristemente, héroe de las Españas. Y se le puede dar tantas vueltas al asunto como tiempo se disponga para ello. Una vez más las ideas trastornadas a ideologías han vuelto a hacer de las suyas dejando como producto –palabras de la reciente esposa malherida de muerte- “dos huérfanos y una viuda”. En otro lugar de la piel de toro europea, humeante aún el cadáver de un padre y un esposo, ciertas criaturas despreciables vitorean dichos humos, mientras se condena el cobarde homicidio en la declaración de un juicio por terrorismo.
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¿no deben ser acaso las ideas, arena y limo, veredas que nos lleven a la libertad? ¿qué tipo de credencial o peso puede dar la muerte a una idea? Y retomo el inicio de esta entrada abrumado por la más estúpida de las confusiones, sin pensar tal vez que, razonar los motivos del terrorismo no lleva más que a eso, a un tipo de caos interno que imposibilita los sentidos que pudiese adoptar el pensamiento en otros temas. Súmese la impotencia y que uno, hombre de armas como aún me considero, se prestaría a la batalla de forma completamente gratuita, con el ánimo y la destreza superando al que pudiera antaño mostrar en otras.
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A todos y a cada uno de los partícipes en el último atentado de ETA: ojalá que viváis eternamente.

El poeta hoy II

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 19:04

Al hilo de la entrada anterior.
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Casi es un insulto pensar que en mi situación actual se hace más que difícil, tener el ánimo y el poderío necesario, para ejercer la vocación frente al ordenador y acompasar palabras, unas con otras; pensando sobretodo en mis mayores ya difuntos que tanto sacrificaron por sus universales LETRAS. Que además la cosa salga bien ya sería harina de otro costal. Y claro, uno piensa, de súbito, en los señores gobernantes y demás patrañas politiqueras. Me pregunto qué hacen mientras mi envilecida persona prepara unas oposiciones, sin gota de vocación alguna por el posible destino a que me lleve ésta, y debatiéndome por dar con el empeine bien afilado, al tocho de ciencias jurídicas, socio-culturales, técnico-científicas, y tal y tal; o por agarrar del lomo con la delicadeza justa, un buen libro de poemas, o Evaristo Carriego de Borges, o yo qué sé, terminar por fin con la novela de mi buen compañero Manolo Álvarez que leo lento por andar con la lupa del buen amigo, y para que el pasado no se me atragante demasiado en su lectura.
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Hoy me siento demasiado lejos de la poesía. Demasiado lejos. Aunque también es verdad que entre ripios soneteros, también voy dando con el pincel tratos de cariño a nuevas y viejas composiciones. Sé que es pronto, pero cada vez veo con más claridad, que la única salida posible a mis letras se esconde por aquí, entre los bytes emprestaos –como se dice en mi barrio- de los que hago uso en mi blog. Puede incluso, pienso, que sea la única salida real y posible para alguien como yo, poco amigo de las relaciones personales de cuyo uso vaya más allá de la mera amistad, sea cual sea el grado de ésta. En el caso contrario, ya saben, se encuentra “el camino”.

El poeta hoy.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 14:06

Y de tal modo me nombro, no porque me lo crea sino por los que alguna vez así me han llamado, por no faltar al respeto debido, a los que aún después de abandonar el cuerpo, siguen así llamados y aclamados a las filas del pensamiento impuro e inexacto, pero balsámico, en lo cotidiano de una cocina, una calle, un salón, una cafetería, un pijama de rayas sin bola de acero.
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Cuentan los juglares temerosos de Dios, que estamos en campaña electoral. “¡Qué bien!” podría pensar uno, tras cavilar sobre el tema e inflando de esperanzas el corazón en tragicómico acto de desmesura. Además, cuentan también éstos, que esta vez se juega en Europa. Vaya, que la cosa es aún más seria si cabe, porque, si echamos un breve vistacillo atrás en el tiempo, la cosa esta de elegir personas de todo el continente para que nos ajusten el reglaje de los taqués, se me antoja poco menos que impensable. Lo peor viene cuando, después de recibir la tan estupenda noticia, uno fija atenciones sobre la mencionada campaña, y oye, que encuentra de todo. De todo menos Europa, de todo y sobretodo, mierdas arrojadizas sobrevolando la península en todas direcciones. Los mismos que han de ajustarnos el climatizador, sacan brillo a las corrupciones ajenas mientras embetunan las propias. Entonces pasa lo de siempre, el desengaño y la desilusión democrática se nos asoma por el tragaluz, convirtiendo la soberanía nacional residente en el pueblo, en la mayor de las indiferencias. Sustituye la palabra poder donde debiera leerse responsabilidad, y obtendrás el objetivo de otra nueva campaña electoral.
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Después de todo puede haber quien diga que tenemos los políticos que nos merecemos. Y no sin razón. Que una ciudad, por ejemplo, del sur de España, yo qué sé, cualquiera, se tire a la calle en tromba; todos a una enarbolando banderas, unidos por una misma voz, con la más sincera de las pasiones depositada en una misma creencia; tenga como fin la celebración por el ascenso de categoría de su equipo, mientras permanece inmóvil ante los índices de paro más altos de todo el País… pues eso, que me da en pensar que tal vez sí, que nos los merezcamos.

A "Juanita Desamparo"

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 23:34

Ahora que conozco de tus besos
Cómo no dirigirte mis caricias
Y en tus trastes pintar con cuatro huesos
Crepusculares notas por delicias.
Ahora que el silencio desperdicias
Arrebatando ecos de los yesos
Y que con noble cuerpo beneficias
Parir endecasílabos ilesos.
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Ahora que en mi mundo habitarán
Por siempre tres parejas de serpientes
De corazón henchido de simientes,
Sé que mis soledades gozarán
Ahora de tus sones tan dolientes
Mañana luces sonoras corrientes.

Vuestra amistad, mi homenaje.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 13:29

No sé si será simplemente tristeza resumida en verbos intransigentes, lo que sin el más mínimo sentido de la piedad se nos dibuja allá a lo lejos, ondeando torpe y sobresaliente, en el filo del cuchillo que es el horizonte. Puede que también "Nos sobran los motivos" acústico, con otra "Juanita Desamparo" -nombre de mi guitarra- reverberando en la ausencia que es este piso vacío, se me clave en el incierto punto de la médula que día a día me destruye, o me perfila mirando al mar, como alguien hiciera alguna vez desde la Torre Tavira.
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En cualquier caso, tengan mis amigos, poetas al fin y al cabo; los que lo saben y los que no, los que en algún retazo de la manta tomaron café conmigo, los que ya no gozan de cuerpo presente para hacer el amor con los ojos,... tantos. Sí, a vosotros, apasionados compañeros en la corrida donde cornea el verso vertiendo la sangre en las tardes de la madrugada: Luis, Charo, Manolo, Valero, Fernado, José Aurelio, Chencho, María,... Miguel, Antonio, Charles, Francisco, Ángel, Pablo,... Y tantos otros.
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Tengan un humilde presente.
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No pretendo morir en tierra seca
sino en esta miseria tan amable:
esta alegre ribera inalcanzable.
Me torturé los pies con la hipoteca
que nos concede el mar como otra beca
para poder seguir el inestable
rumbo y ritmo, el camino deplorable
del ser que de continuo vive y peca.
El firme serpenteo driblo puestos;
estratégicas casas de mentira.
Y vomito unas bilis cuando paso:
¡Pero en qué coño piensan todos estos,
quemándose sus vidas mientras gira
la suerte de las letras, sin ocaso!

Entre el humor y el erotismo, un soneto (más).

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , , | Posted on 14:50

ante la exquisitez hoy descubierta,
incipiente manjar; los humedales
femeninos clamando mis labiales
caricias, al secreto de su puerta
me vi. La habilidad un punto incierta
despejé muslos, quise ver tales
disfrutes al sendero de frutales,
temblores de mujer soñar despierta.
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Qué cosa de sabores éste vicio,
aunque más a mujer el beneficio
-no levantes la cabeza- sugirió.
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Y entre tantos gemidos, en mi oficio
depositados tiempo y suplicio,
con agua de su orgasmo me duchó.

"Se Necesitan Voces" Parte 2ª

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 0:21

El número ciento quince de la avenida Isabel La Católica se erigía frente a mí con la impresión de ser un obstáculo insalvable, como si tratase de acabar con mi búsqueda de lo extraño. Pero no. Entré directamente atravesando el portal, caminando con paso firme sobre la alfombra que me conducía al ascensor. El edificio tenía un aspecto antiguo, decorado con un refinamiento de maderas, mármol y espejos. Su aspecto avivaba la sensación de osadía que invadía mi cuerpo. Marqué el botón del piso quinto. Subía, pero..."¿qué se supone que he de hacer cuando llegue a la puerta que he estado buscando con tanto entusiasmo?" pensé mirando a las lámparas que iluminaban el habitáculo ascendente. La respuesta me llegó de inmediato, preguntaría si se trataba del sitio del que procedían aquellos anuncios, aquellas demandas que daban la impresión de no estar buscando nada realmente. Sí, se trataba de eso, “esos mensajes no buscaban nada” o al menos esa era la única conclusión a que mi mente podía alcanzar.
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Una puerta moderna; de una madera seguramente cara, con pinta de estar fuertemente blindada; no parecía tener mirilla alguna. Me llamó especialmente la atención la placa plateada que se enmarcaba a un lado de ella, en la que rezaba un mensaje que ya me era conocido: Se necesitan voces. Llamé. Pasaron cinco minutos desde que había llegado hasta ella, y llamé. Realmente no sabía muy bien cuáles serían mis primeras palabras porque, empezar con la pregunta "¿No le parece a usted un poco extraño su reclamo?" no se me antojaba para nada adecuado. Se abrió la puerta muy lentamente, apenas el espacio para que la persona abría, asomará el haz que desprendieron sus ojos grises a través de la oscuridad que regaba la estancia.
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- ¿Qué desea?
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Una voz ronca, cansada, despertó mi atención aún más si cabía. Sin embargo no fui capaz de pronunciar palabra alguna, sin saber qué era lo que producía en mí ese mutismo tan ridículo. Desde luego si no pretendía dar la nota y parecer un loco antes de llamar, eso mismo había tirado por tierra. Sin duda era esa la sensación que podía estar ofreciendo.
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- ¿Qué desea? ¿Se va a quedar ahí callado mucho tiempo? Pase.
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Una enorme figura de oso me invitaba a pasar. Tras repetir la misma pregunta con la que me sorprendió su voz, se llevó su cuerpo hacia dentro de la estancia.
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- Verá, señor, solo quería saber...
- Ya sé qué quiere saber. Por eso le he dicho que pase.
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El piso dormía en un silencio y una oscuridad absoluta; producía una sensación placentera, se respiraba a limpio. El pasillo por el que seguía a tan extraña figura era largo, parecía que jamás se llegaría al final pues su penumbra no permitía ver más allá del hombre que caminaba a unos tres metros por delante de mí. Juro que nunca llegué a ver dicho final, porque a pesar de mirar directamente intentando descubrir cualquier cosa, entré en la misma habitación en la que me había precedido el hombre de los ojos grises, sin conseguir nada.
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La habitación era muy amplia, limpia y ordenada; todas las paredes gozaban de estanterías que daban la impresión de estar mirando hacía un gran muro de contención. El hombre de los ojos grises y yo estábamos en una inmensa biblioteca. En el centro de ésta había una mesa de despacho de una caoba cuidada pero vieja. El hombre de los ojos grises se sentó en un solemne asiento detrás del escritorio, con la mano, me ofreció asiento frente a él. Yo hice lo propio mas no podía controlar mi vista que daba vueltas, mirando cada centímetro de la habitación.
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- ¿Le gustan los libros joven?
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Me preguntó mientras hundía su mano en una larga barba gris que le terminaba en el pecho. Su voz volvió a sorprenderme. Parecía casi un estruendo.
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- Sí señor, me encantan-. Respondí con timidez.
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- Ahora, le daré las respuestas que creo debe estar esperando.
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Con ésta introducción comenzó a hablar durante un rato, mientras, yo bebía cada palabra suya con atención:
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"Llevo toda una vida cultivando el arte de la literatura. He leído a los clásicos, con un oficio de deber y de pasión; me he dejado cautivar por aquellos imperecederos poemas, que nacieron a partir de los sueños, de los más grandes poetas, hijos fabulosos de las tierras del mundo; he llorado y he reído con cada obra de teatro que magnifican y simplifican el mundo en sus escenas. Sí. Toda una vida, en el único camino que lleva a comprender la realidad de todas las épocas, a través de historias, ensayos, poemas... porque sabe una cosa joven amigo, todos los géneros son el mismo género; mescolanzas de maneras de contar, de enseñar; mediante la sincera pureza, que sólo son capaces de expresar y padecer los sentidos. Sin embargo, joven amigo, aquí y ahora, todo muere."
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Cerró los ojos como si quisiera mirarse por dentro, y calló. Abrió sus grises constelaciones al momento y me preguntó:
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- ¿Sabe realmente qué le trajo hasta aquí?
- Señor, no podría decirle exactamente. Pero,… el mensaje que leí en el periódico, y que más tarde se iba imponiendo en mi camino, me provocó una curiosidad insaciable. Decidí buscar su origen.
- Buscar el origen-. Repitió meditabundo el anciano.
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No sabía que pensar, sólo que ese hombre que se rascaba la barba en su trono, estaba consiguiendo captar, aún más, mi atención. Corrí en busca de una respuesta sencilla, inmediata, al asunto del misterioso anuncio del periódico, de los panfletos, del metro. Ahora, lejos de estar encontrando el fin simple que esperaba, la intriga aumentaba. No tenía la menor idea sobre cuál era la intención del extraño, que me invitaba a sentarme en su casa, que me hablaba apasionadamente de literatura; y, en el eco de mis pensamientos volvió a aparecer la demanda harto ya conocida: Se necesitan voces.
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- Se necesitan voces.- Sugerí de pronto, intentando llevar la conversación a la línea recta.
- Así es joven amigo.- Y entre su bigote y su barba se dibujó algo parecido a una sonrisa, para después seguir hablando:
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"Ese reclamo, al que sólo usted, joven amigo, ha acudido, se trata de mi obra final.
Yo solo no habría podido llevarla a cabo, sólo alguien con un espíritu gemelo al mío puede ayudarme a acabarla. ¿Sabe usted? son malos tiempos estos que corren desaforados. Se extiende sobre el universo una amplia nebulosa de oscuridad. He vivido ciento catorce largos años, de los cuales, arrastro de camino a la tumba innumerables recuerdos, cada uno de distinta índole, pero casi ninguno tan triste como los que me llevan a estos dichosos últimos años. Como dijo aquel poeta:
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Perdió la calle
en el fatal proceso de las gentes
toda la poesía que le quedaba;
volaron las almas desoxigenadas,
la savia pícara e imprudente.
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Se esfumó
el cortejo del vida-andante
con el asfalto enloquecido;
las carnes de gallina,
y los salmones
de las grandes avenidas.
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Si alguna vez pierdo
al igual que las aceras y las farolas;
la pluma crédula y ansiosa,
la mar vertiginosa.
No me dejen vivir
porque ya habré muerto.
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No sé si me sigue, joven amigo. La televisión se cobra gran parte de nuestras vidas de una manera corrosiva, en su vil maniobra de distracción; la literatura sólo goza de los secos lechos, de aquellos ríos por los que una vez izaron sus velas las ideas, de libre muestrario para el ciudadano de a pie. Incluso las escuelas, abusan, según ideales políticos, de sus doctrinas como un mero medio de difusión. Nada es poético joven amigo. Nada. "
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Ante tal disertación, quedé conmovido, al sentir la tristeza con la que se expresaba el cuerpo centenario que se encontraba frente a mí.
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- ¿Y qué espera de mí, exactamente?-. Pregunté.
- El destino le trajo a mí. Así que debe ser usted quien me ayude.
- Pero ¿Cómo?
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"Dentro de tres días cumpliré ciento quince años, y con ello, moriré. Me quedan tres días de vida, y al menos, quisiera morir con la tranquilidad de poder dejar mi herencia en buenas manos. No tengo hijos, ni familiares conocidos. Mi herencia es toda la obra que cronometra una vida que pronto acaba, como debe ser. Quiero que usted se quede con todas mis pertenencias. Pero de entre todas esas cosas, muchas de ellas, banales, están los libros que he ido escribiendo a lo largo de mi existencia. Jamás vi correcto por mi parte publicarlos. Primero, porque pensé que no eran necesarios; por entonces la humanidad poseía grandes hombres que les regalase los impulsos adecuados; ahora, tampoco deben ser publicados. El mundo necesita que se reconstruya humanamente y ahí mis libros no pintan nada. El mundo, cómo le diría... Se necesitan voces. El ser humano de hoy necesita de voces propias de sus gentes, voces que quiebren a los Best-sellers, que alcen tanto la voz que el comercio no pueda con ellas. Por todo esto quiero dejarle a usted mi legado. No para que lo publique, aun sabiendo, que una vez que yo muera, usted podría decidir a su antojo; sino para que le dé buen uso, porque sólo necesito mirarle a los ojos para saber que es usted escritor, y que sabrá perfectamente que hacer con tal herencia."
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Sólo una vez volví a la calle Se necesitan voces. Nº1. 2º Dcha. Ya no quedaba la más mínima huella, del paso de aquel hombre con voz de estruendo, barba gris, y ojos también grises. A la semana de haber vuelto, después de la charla que mantuve con él, se pusieron en contacto conmigo los señores de un bufete de abogados. Sí. Acepté la herencia que aquel anciano me dejaba habiéndome conocido tan sólo en unas horas. De entre todas las cosas estaba aquel legado que pronto se convirtió en mi mayor tesoro. Los libros del anciano me sonreían, me lloraban, me enseñaba a vivir con sus lecturas. Jamás tuve riqueza mayor hasta el día que los recibí como propietario.
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De toda ésta historia hace ya cuarenta años. Actualmente vivo de lo que escribo. He escrito muchos libros, todos ellos publicados y bien vendidos; todo se lo debo a él. Nunca publiqué su obra tal y como él deseaba; sólo se la mostré a aquellos que merecieron ser dignos de ella, puestos a prueba gracias al método que el sabio me enseñó. La pudieron leer las personas que al igual que yo, tenían que… necesitaban, reconstruir el mundo como alguien quiso una vez que se hiciera; con nuevas voces, voces puras que nunca tuvieran la necesidad de usar su fuerza en la palabra, para decir: Se necesitan voces.

"Se Necesitan Voces" Parte 1ª

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 2:21

"Se necesitan voces." Eran las únicas dieciséis letras que se distinguían en el anuncio.
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Sumido en un café sanguinolento me encontraba en aquél el primer día de mi existencia. Hacía ya rato que sentía cierta crispación de nervios al ver cómo se alternaban las nubes y los humos procedentes de la ciudad en el vasto azul, “cosas de la vida” pensé. No sé, un principio de injustificada ansiedad. La vida transcurría con su sencillez diabólica, dejándose ir cuando, rindiendo honor al significado de la palabra azar, decidí otear la hoja de periódico más que pisoteada que el viento vino a traer a mis pies. Harto de ver la escena monótona que la calle presta a quien le dedicase un momento de atención, no se me ocurrió mejor distracción que esa. Además, la calle, seguiría rodando en todo momento, podía volver luego a mirar la película. Sus gentes, la mayoría, caminaban distraídos en sus propias luchas; otros, mantenían conversaciones que muy a pesar mío, mis oídos no alcanzaban a escuchar.
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Tras un tiempo con la vista anclada al papel sin llegar a leer palabra alguna, tropezaron mis ojos con un anuncio. Uno de esos de las secciones de anuncios por palabras que suelen traer los periódicos, en los que la mayoría ofrecen una serie de serios servicios lúdico sexuales. En el anuncio en cuestión, se podía leer un mensaje que despertó en mí, un olfato lobuno y una enrome curiosidad: Se necesitan voces. Más aún porque justo debajo de él, no figuraba ni un solo número de teléfono. Como único contacto para poder acudir a su reclamo se mostraba una dirección: C/ Se necesitan voces. Nº 1. 2º Dcha.
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Desperté del ligero letargo en el que andaba sumido tras la insólita lectura. Llevaba casi veinte minutos con el maldito anuncio encarcelado en el presidio que puede llegar a ser la mente humana –nada entra y nada sale-, una especie de vuelo estacionario. Me había quedado completamente absorto ante cosa tan rara, pensando "un anuncio cuyo único enunciado coincide con la dirección de contacto" "pero ¿quién coño hace algo así?". No paré de darle vueltas una y otra vez. Me animó. Ya digo, el día no parecía ser más fructífero que el anterior, o el anterior del anterior. Y aquello, tenía su punto literario, un conato de misterio.
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Pedí otro café. Creí llegar a la conclusión de que podía -por qué no-, intentar ir a esa dirección y hallar el motivo de su existencia. Por otro lado, dar con la persona que lo colgó en el periódico. De cualquier manera nada tenía mejor que hacer. Hacía meses que no escribía una sola palabra -para qué-, con la carrera que llevaba, casi daba igual escribir algo hoy que dentro de seis meses; iba a ser lo mismo, seguiría trabajando en la misma mísera y repugnante tienda de repuestos y me limitaría a seguir publicando mis poemas y mis cuentos por donde quieran que cayesen, a los que por cierto, no entraban más que amigos cuyos comentarios de apoyo, contribuían a aumentar mi desánimo.
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Dejé la cafetería en su sitio, y yo hice del mío, el desarrollo de la avenida sin nombre, rumbo a encontrar referencias para poder llegar a lo que ocupaba la mayor parte del espacio en mis pensamientos: la calle "Se necesitan voces". Caminaba dándole a esta historia motivos fantásticos para seguir adelante mientras mi escepticismo luchaba de forma feroz, por impedir la estupidez de buscar el origen de un anuncio por palabras en el que, ni se ofrecía nada, ni se demandaba nada, al menos, cierto a simple vista. La lógica, me hizo suponer, que encontraría el final de mi búsqueda rápidamente si acudía al callejero de la ciudad que guardaba en la guantera de mi coche.
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Mientras que abría la puerta del viejo Ford Orión, tuve la sensación de que todo no podía ser tan fácil. No me equivocaba. Saqué el viejo callejero de la guantera, que ya era viejo, cuando después de haber cambiado el nombre de la propiedad sobre el vehículo en una gestoría, su antiguo propietario tuvo la amabilidad de dejármelo. Sabía que llevaba poco tiempo en la ciudad. Le di mil y una vueltas al dichoso callejero y no encontré una sola calle cuyo nombre se le pareciese a la ya obsesionante dirección del anuncio. Un azote de desesperanza me cegó la mente y por lo pronto, no se me ocurrió nada más que castigar la guantera cerrándola de un portazo. Me dije "a ver, tranquilo ¡Cómo has podido pensar que una calle pueda llamarse de tal manera, coincidiendo con el enunciado de un estúpido anuncio por palabras! No dejaba mi conciencia de tener razón, sin embargo, tampoco me ayudaba demasiado su eco de sentido común. Por un momento estuve a punto de dejar mi ridícula búsqueda de lo imposible, y de largarme a casa, pero algo en mi interior me sometía a ella como si al final del camino fuese a encontrar algo “algo. Pero,… qué”.
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Después de algo más de una hora de meditar y meditar, sentado en un banco de la alameda donde estaba aparcado el coche pensé "quizá si llamaba al periódico podría conseguir la verdadera dirección del sitio que buscaba" depositando toda mi esperanza en esa opción. Así que, subí al auto dispuesto a dirigirme a la cueva, que es como me gustaba llamar al piso del alquiler en el que me guarecía del mundo, y una vez allí, llamaría al periódico. Ocupé el asiento del coche que me correspondía para manejarlo, y al tiempo que introducía la llave en el contacto, una imagen se me planteó sorpresiva y veloz al mirar de reojo, en un acto reflejo, a través del parabrisas. Pegado al cristal y sujeto con la goma del limpiaparabrisas, un sencillo panfleto de color verde oliva cuyo enunciado se vertía con letras de estilo gótico sobre la celulosa curtida, demasiado familiar para limitarse a una extraña coincidencia: Se necesitan voces. Seguida al enunciado, la dirección de la discordia.
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No pude evitar mirar a mi alrededor. Nadie parecía ser el culpable del delito de trastornar mi salud mental con misteriosos anuncios. Salí del coche, cogí el panfleto, lo doblé, y partí como un rayo hacia la cueva. Ahora estaba más seguro que nunca de querer conocer el origen del mensaje.
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Abrí la puerta de aquello que podía llamar hogar y salté al lugar donde tenía el teléfono. Agarré la guía como agarra un ave de presa a su pieza, y empecé a pasar páginas como un poseso. Después de varias búsquedas erróneas me di con el nombre del periódico, su dirección, y su ansiado número de teléfono. Seguidamente marqué los números en el aparato hasta que una voz de mujer respondió:
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- La noticia impresa, buenos días ¿en qué puedo ayudarle?
- Buenos días. Verá, he encontrado un anuncio en la sección de anuncios por palabras de su periódico y estoy bastante interesado en él. Mire, la dirección debe estar equivocada porque coincide con el enunciado del anuncio. No creo que exista, no aparece en los callejeros de la ciudad.
- Pues, no sé cómo podríamos ayudarle porque...
- Señorita, el anuncio dice tal que así "Se necesitan voces".
- De acuerdo, vamos a ver… Ha tenido suerte.
- ¿Cómo dice?
- Le digo que ha tenido suerte. Ese anuncio se lleva publicando desde hace cinco semanas y los encargados de publicarlo tuvieron el mismo problema que usted, así que esperaron a que el anunciante volviese a llamar para preguntarle si todo estaba correcto.
- ¿Entonces?
- ¿Tiene lápiz y papel a mano?
- sí.
- Aquí tiene: Avd./ Isabel La Católica. Nº 115. 5º D.
- Muchas gracias señorita. Tenga usted un buen día.
- Gracias, igualmente.
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Por fin parecía ver un poco de luz en todo esto, pero las incógnitas, cobraban más fuerza después de los datos aportados por el periódico. No había ningún error, porque de hecho, en el panfleto aparecía igualmente la misma dirección, llamémosle, misteriosa.
Con las mismas, cogí las llaves del coche. No sabía si las iba a necesitar pero al menos, el callejero sí me sería útil, y salí a la calle como una exhalación.
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Me decanté por ir andando hacia la boca de metro más cercana y usar el transporte público para llegar a mi destino. Empezaba a sentir un ligero pellizco en el estómago, se lo atribuí a que la hora de comer andaba cerca. Sin embargo, mi Yo interno sabía perfectamente a qué se debía ese pellizco: estaba a punto de alcanzar el final de este extraño periplo. Mi emoción no podía hacer más que aumentar, y desquiciar mis nervios. Pensé, que por muy estúpido que fuera el final de esta historia, el hecho de haber estado inmerso en la búsqueda había alejado mi a mi mente de la escritura. Últimamente todo se había convertido en un auténtico martirio: La ansiedad ante el ordenador, la pantalla en blanco, montones de hojas sueltas alrededor; con apuntes, imágenes,...
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"No puede ser", "¡Pero qué demonios...!"
"Se necesitan voces." Anunciaba el banner que adornaba el mamparo del vagón en el que me encontraba, camino del fin del mundo, y en éste momento, con cara de gilipollas. El tren paró. Salí del vagón sorteando a la gente, y emboqué las escaleras que me llevarían a la calle, y ella, a mi inmediato y esperado destino.

A Quién Cantó Serrat?

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 1:30

Para Luis,
con el afecto y la admiración,
como firma a su defensa de la poesía.
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http://luisgarciagil.blogspot.com/2009/04/defensa-de-la-poesia.html

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lúcido el cabello y el alma en los ojos, cristales de bohemia.
para surcar los cielos de la palabra dos alas partidas.
para quién se rompieron en la frente
para soñar que sueña con Manhattan?
para quién? para qué atravesar las íntimas paredes
verdades primeras de tu niñez y adolescencia?
cientos abrigan la Cádiz: ventolera del olvido,
cuando nace un verso. Izado verso joven en el arco de la rosa;
henchido verso con cada marea de pasiones y nostalgias;
nutrido con la herida agridulce del reloj.
a qué verbo nervioso en la boca, a qué serenos oídos, verso compañero?
a qué corazón de tinta la chanson, a quién cantó Serrat?

Araña.

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 12:39

Inocente, la araña, abandonaba todo miedo para arrojarse sin certezas sobre la vida, otra vida. Vida en la que quizás la muerte la acogiera, araña despistada, en su regazo de frutos crepusculares. Las arañas no saben temblar de miedo, por tanto no lo hace. La araña ¿no sabe pensar? Es un mundo frío, solitario, en el que corre el riesgo de perder la identidad para identificarse en otras voces que no son la propia. Otras muy distintas e iguales, capaces de asesinar sin contemplaciones o de amar, como sólo pueden amar las voces que sólo son eso: ondas chocando entre sí, o contra el mobiliario inexistente que las rodea, el decorado majestuoso o simple. ¡Oh araña! No acudas a mi reclamo de mentiras completas, sigue independiente en tu techo de maravillas, de libertad sin hipotecas. Haz del movimiento de cada una de tus patas un nuevo truco final para seguir sin rumbos desatentos…

En "El Oficio De Poeta"

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 19:18

Leo con cierto entusiasmo “El oficio de poeta” de Cesare Pavese, ávido por mantener una cordial y amistosa conversación con el premuerto poeta y así, poder enriquecer quizá una poética aún en vías de un encuentro certero. De tal modo, que con apenas unas páginas –pocas páginas- devoradas, más que asimiladas, siento la llamada del teclado con motivo de colocar por aquí algunos de los argumentos con los que el propio joven poeta se debate.
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Me llama la atención sobremanera como de su voz surge la duda en cuanto a creación poética se refiere. Me explico: el poema a partir -por así decirlo- de un propio encargo personal. Algo así como ¿qué fue primero el huevo o la gallina? Hasta la fecha, he comprobado a modo personal, que cuando escribo un poema con un objetivo definido, o mejor dicho, con objeto determinado y limitado por su propia esencia natural, aparece –sin que nadie la haya llamado- la fría y calculadora retórica poco justa con el propio, mi propio concepto de la poesía. La calidad del poema se me antoja bastante perjudicada aunque no por ello, el texto como texto, pueda resultar a alguien más o menos válido. No quisiera extenderme mucho más en esto, entiendo queda bastante claro el caso contrario, cuando el objeto, como algo nuevo que renombra y en cierto modo reafirma, es el poema. El mismo Pavese resuelve la cuestión de la misma manera: el poema es el objeto: el resultado de una mirada nueva hacia el tema a tratar.
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Todo esto lleva al autor de “Lavorare Estanca” a una nueva cuestión, que en muy resumidas cuentas nos lleva al debate sobre si es posible o realmente poético, lejos de la ya mencionada prosaica y fría retórica, la concepción de poemario que hoy podemos tener o que, yo subjetivamente guiado por recientes lecturas, entiendo. En mi caso, las dudas se disipan en seguida tras repasar poemas y poemarios, o temáticas exploradas al caso desde la visión de la creación poética.

Sobre "Crimen y Castigo".

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 0:51

Ni tú ni yo lo sabremos Rodia. Aunque los dos podamos intuir del mundo la miseria y la desgracia del horror de otras vidas, paralelas a fin de cuentas, no podemos no podías ni puedo, horadar la carne sin gritos para mañana, sin una celda que se nos disponga tan amable al libre aire de una falsa libertad, de una trágica epopeya. Te sorprendes, es injusto, compañero. ¡Que deliro! No me vengas ahora con esas, Rodián Románovich. Eres tú quien se finge dormido en esa maldita cama como potro de torturas. No me culpes a mí, no seas tan torpe. Acaso ¿No ves que sólo era un piojo sin más haber en su pecho que toda la porquería humana, engalanado de ojos, de cabello; recubierto de mentiras. Ya sé que lo sabes aunque no lo sepas. Sé que morirás, en cierto modo, después de que Razumijin te visite para idolatrar un fantasma. Ya veo, te incorporas de la cama, una vez más, febril y desquiciado, me insultas cuando te comprendo y me muestro claro, así, como un espejo. Dúnechka pasó por aquí. Sí. Mal traducida tal vez. Tú fingías dormir en la cama y conversamos. Me entregó por entera la cara noble de tu cruz atormentada. ¿Por qué Rodián Románovich? Bastaba con ser menos que Napoleón; sólo, apenas un golpe letal para llegar a la gloria. Pero tenías que estropearlo alejándote, con complejo de materia ordinaria, nuestra maleable pieza de trabajo. Que has visitado a tu madre. A ver estimado Rodia ¿A qué vino eso ahora? Por momentos llegué a pensar que lo conseguiríamos; que tal día, serías tú quien me visitaras en aquel fonducho que sólo tú y yo conocemos, sí, aquel apestoso y miserable en la Plaza del Heno. Qué recuerdos, ahora grano en mi memoria. Pues sí. Pensé que algún día tomaríamos té distendidos; que me hablarías de la victoria que ambos pretendimos y que tal vez hoy consumada, podríamos haber celebrado tan lejos de Siberia. Siberia, Siberia, Siberia. Sonia y Petersburgo. Sonia resucitando a Lázaro tan cerca ella de la muerte. Los evangelios bajo una almohada, esa es tu victoria final. El amor ¿quién sabe? Sonia y los evangelios. Sonia y Siberia.

El Verso Es Verso.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 20:40

Qué tedio; qué extraño malestar. Leo por un puñado de relojes completos, otro buen puñado de poetas o poetastros (según se miren o se lean) llamémosles contemporáneos míos. Se ve que el maravilloso Estado del Bienestar nos viene con esa tara, la de no contar o contar con muy pocos que tengan algo que decir.
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La gran mayoría de estos versos –pienso yo- han confundido el verdadero significado del término evolución con el mal gusto y la poesía de W.C. (que no es ningún autor sino las siglas anglos que podemos encontrar en la puerta de cualquier retrete). Reconozco que la experiencia Bukowski puede ser incluso hasta necesaria, de algún modo hemos de pasar todos por ahí. Pero perdemos más que ganamos si nos nutrimos básicamente en la traducción de un poeta (no me vale que lo hayan leído en lengua original porque pienso: el uso de los ritmos no se equivalen en lenguas distintas), cuyo uso de la poesía era una forma de canalizar la frustración y el alcoholismo exclusivamente. Y nada más. Y cito al maldito Charles por encontrar mucho de él en esta serie de poemas leídos recientemente, ya sea por intención de los autores o bien de manera inconsciente, cosa peor.
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El caso es que sí, que no es asunto nuevo el que la poesía y la música lleven treinta milenios galopando por caminos separados. Mas, si lo que nos va quedando en estos tiempos, y hablo de poesía relativamente joven, entendida como mi buen compañero Valero Cortadura reflexionaba hace unos días: de las manos de poetas que aún no han llegado al punto de madurez necesaria para crear; si esa es la poesía que vamos a llevar, para dejar reflejado nuestro paso por el planeta, muy triste será dicho paso pues; muy pobre aquello que podrán leer en un futuro.
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Pero no todo va a ser culpa nuestra –rasgo característico de mi generación, y posiblemente de las que vengan- sino que, en varias ocasiones, en conversación con algunos de nuestros mayores, me he encontrado con opiniones y consejos que nos incitan a la innovación sin miras, en el narrativismo –disculpen el palabro- porque es lo que se lleva. Qué pasa con estos también. ¿Acaso el disponer textos sean de la calidad que sean, de manera vertical, incluyendo términos como por ejemplo X-Box, o TDT,… es la poesía del presente? Así a lo Novíssimo, a hacer el ridículo para la posteridad. Nos incitan, también estos señores, a la sublimación de lo cotidiano, cosa en la que coincido con ellos porque tampoco están inventando la pólvora, aunque no sólo por ello. Pero vuelvo a lo mismo ¿a qué precio? Realmente, la narración de alguien –subrayo narración y le sumo, absoluta- limpiándose el feudo cacal con toallitas de Mercadona con todo lujo de detallitos, espejismos de herramientas poéticas, a mí no se me antoja poema alguno. Ejemplo registrado, extremo en cualquier caso, de lo que me he encontrado en la ristra seleccionada que por cierto, no sólo son contemporáneos sino que además son vecinos; alguno incluso, me consta, lector de éste blog.
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Por último y de forma directa. El verso es verso por motivos sobre los que nadie en este planeta, en la actualidad, tiene el derecho de defecar. El ritmo versal en un poema –sea verso o prosa- es imprescindible así como cierta eufonía. Y en el acabóse: las rimas no son demonios, sino más bien cadenciosas criaturas que en ciertos poemas se hacen necesarias –no en todos-, hagan el favor de no eliminarla por completo del panorama poético.

Sin Título.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , , | Posted on 14:08

Perdió la calle
en el fatal proceso de las gentes
toda la poesía que le quedaba.
Volaron las almas desoxigenadas,
la savia pícara e imprudente.


Se esfumó
el cortejo del vida-andante
con el asfalto enloquecido;
las carnes de gallina,
y los salmones
de las grandes avenidas.


Si alguna vez pierdo
al igual que las aceras y las farolas,
la pluma crédula y ansiosa,
la mar vertiginosa,
No me dejen vivir
porque ya habré muerto.

Próximo concierto de Fernando Lobo en Cádiz

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 14:19


Días sin sal.

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 13:05

Retomo la novela sin demasiado ánimo. En realidad me cuesta bastante ponerme, sigo un extraño ritual en el que el tabaco desempeña el papel más importante, por lo que pienso, el día que me plantee seriamente dejarlo, habrá que plantearse igual de serio el dejar de escribir. Por lo menos en un tiempito.
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Pero finalmente me siento y escribo. Cada día, nada más ponerme, escribo sin demasiada convicción; lento, torpe; busco palabras como bien se podría buscar margaritas en el desierto. Digamos que se trata de adaptar de nuevo, un día tras otro, la cabeza a la historia. A veces es inevitable, como hoy, interrumpir el proceso de escritura para no volverse loco. Así que no escribo una sola coma más. Es un buen momento para desandar el camino recorrido hasta ahora, de manera que me vuelvo al principio y me pongo a pulir. Pero el trabajo termina demasiado pronto y uno no puede evitar sentirse mal. Algo parecido a lo que sentía cuando estudiaba el bachillerato y me dejaba la preparación de un examen para el último día. Remordimientos podríamos decir.
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Me he puesto a leer mis últimos poemas, aún en el horno. No me convencen, en absoluto, y me pongo a retocarlos. Tacho pero no elimino. No es aconsejable desechar ni una sola idea. Quizá mañana el poema haya evolucionado y lo que hoy no vale mañana es ese verso que te hace cosquillas en el lóbulo de la oreja.
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Como se puede observar no está siendo un día demasiado productivo. Pero pienso que no escribir también es escribir, al menos, una manera de hacerlo con dedicación pues, escribir chorradas es tarea sencilla –esta entrada lo demuestra- . Sin embargo, identificar ciertos días como hoy puede ayudar a que la historia no se me escape de las manos, en el caso de la novela, o bien, que algún poema quede seriamente perjudicado para los restos.

Sosa Oscuridad

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , | Posted on 12:50

No encontrarán los ríos mar, ni vuelan
En los cielos los pájaros. Sostiene
A la pasión erguida mas se abstiene
El amor por las calles donde velan
Despiertos los demonios. Hoy cincelan
En la ciudad del bien el mal que viene.
Nada ni nadie existe ¿quién detiene
La inercia de desastres que modelan?
Se confunden los hombres con el mono
En el llanto, ciudad de los pesares;
Donde mi pluma apunto y encañono.
Se confunden las víctimas en mares
De feroces verdugos, de abandono
Los dioses se disfrazan de juglares.

Lloras

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 0:36

Eres algo bello cuando lloras.
Tensas mejillas son impregnadas
por la miel pegadiza
que mana de los más tristes manantiales.
Lloras. Y me urge
la sensación de que el mundo
que gira rabiosamente
puede sentir tu dolor
como lo hago yo.
Pero es tan hermoso cuando lloras.
El momento se hace poema
Melancólico; Angustiado
el aire se desgarra y se encoge
y yo lo siento, cruelmente lo disfruto.
Me lleno de tu llanto, se abren mis sentidos,
puedo tocar la hiriente melodía
que es tu tristeza
hecha momento, y hecha espacio.
No pidas que te consuele,
conserva este estado
porque jamás conocí más pena
que la que se hace tu paisaje
con tu lamento con tu quebranto.
Escapa el aire entre tus dientes.
Intentas hablar
al compás de lacrimógenos espasmos
de tu sollozo tierno
de esta seda hecha jirones.
Volveré cada día a verte llorar.
Tu amargura es la lágrima
y la lágrima la fiesta
de la pasión puesta en tu llanto
despeinado, agónico, latente.
Eres algo bello cuando lloras
y lo haces como cualquiera.

12 de Enero 2.006 Ouanaminthe

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , | Posted on 20:47

...Ouanaminthe nos arrojaba a nuestra cara civilizada occidental y prepotente sus garras de animal herido nato. Quema el suelo, el silbido de las piedras que esquivamos a duras penas mientras corremos: perseguimos, huimos. Duele el aire que se mezcla en el punzante sabor a sangre al entrar apresurado en nuestro interior. Es hora de largarse de aquí ¿a qué coño están esperando? La jerarquía, la escala de mandos, ya se ha desvanecido entre el humo de los botes que la desesperanza escupe. Ha ocurrido otras veces. Quizá, para la gran mayoría de ellos, es la primera vez y ves en sus rostros el pánico y éste convertido en rabia mientras golpea a su presa en el suelo. No era ni la primera ni la segunda, tampoco la tercera… quién sabe. Hace rato que la situación se nos ha ido de las manos, desde que dejamos la cama pienso. O bien, cuando contando tan sólo cuatro nosotros, contábamos cientos de ellos esperando en la frontera: ¡la que se va a formar!
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En las afueras del cementerio: calma, cigarrillos, y algún que otro chiste sobre lo que creíamos podía haber pasado; en el mismo lugar poco rato más tarde, el silbido de las piedras que esquivamos a duras penas mientras corremos: perseguimos, huimos. Y golpeamos y nos golpean, pero no duele porque ha de dolerles a ellos más que a nosotros.
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Le sigo continuamente. Soy el conductor de la patrulla y ello me permite la justa libertad de movimiento que mi experiencia requiere para ser del todo eficaz. Un Leónidas arrogante pero con cojones, pienso mientras le sigo, asaltando esquinas y golpeando. Ponemos presillas, golpeamos de nuevo y entregamos a la UNPOL. Qué manera de morir más estúpida...

La Carretera.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 12:41


Cuando el gris, el color sin color de la ceniza marca el devenir de los días, se me hace harto complicado no mirar con cierto recelo a la techumbre de lo infinito.
.
Las distintas realidades que nos acompañan a diario, como justicieros homicidas castillos de arena, se desinhiben del caso continuamente, y todo parece ir directito a la papelera de reciclaje, sin más esperanza.
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Ayer mismo charloteaba con una amiga sobre lo justo de la realidad. Pero qué realidad ni que ocho cuartos pienso yo. No es posible asumir que en estas malditas tres dimensiones todo vaya cargado de fugaces espejismos de alegría, distorsionando el amargor eterno que nuestra propia historia nos concede.
.
El amor para toda la vida hasta ahora pilar inquebrantable, único conato de esperanza para mi persona; la raíz de todo lo bello y lo bueno de éste jodido planeta. Ahora resulta que no existe. Un sentimiento obsoleto, en total desuso por el único de los animales capaz de convertirlo en fuerza motriz de lo humano conocido, es decir, del universo. Y no es que lo diga yo que aún me aferro conscientemente a la torpeza como forma de vida, sino que veo es algo muy común entre mis semejantes más cercanos. Pienso que no saben de lo que reniegan; que es muy triste que la criatura inadaptada del primer mundo pueda confundir momentos frenéticamente emocionales con el amor sincero y exclusivo a un particular.
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Las muchas cuestiones interesantes que nos plantea “La carretera” de Cormac McCarthy, se presenta en los diálogos que entre padre e hijo se producen a lo largo del asfalto que les llevará a ninguna parte. La respuesta del padre ante las muchas dudas sobre bondad y vida del hijo acaba en la afirmación de que ellos dos “llevan el fuego” ¿Qué fuego? Acaso hemos de esperar a un nuevo cataclismo que nos afecte directamente para comprenderlo.
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¡qué falta de humanidad más humana! O sea, estúpida.

De "Hijos de la derrota"

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 16:17


No habitan desconocidas dimensiones
Ni viven alejados de la frágil burbuja de la indiferencia.
Aquí, muy cerca, demasiado cerca. Quizá
En un interior agotado próximo en latidos.
No habitan más allá de nuestras parejas
O nuestros hijos. Con nosotros, ellos, arrastran sus pies
Torcidos por un mundo torcido. A nuestro lado.
Cabizbajos con sus cabezas bien altas
Quejumbrosos ríen cantan bailan juegan.
Seres especiales hasta el dolor. Pobres hijos del aire viciado.
Luchad como a diario quisiera yo cantar. No tembléis
Más que cuando rocéis la vida y la vida
Tiemble de júbilo ante el paso decidido.
Pero no. No ocurre que las hadas dispongan
Calabazas con llantas dentadas con sonrisas,
Ni que un beso los despierte de duermevelas
Cotidianas. Aún tan vivos aún tan vivos. No gozarán
De un maná inesperado que les ilumine
Entre tanto lamento de las ánimas que no suelen mirar.
Que vienen y que van.

SUGIERO

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 11:38

A los que olvidan el corazón
Entre las cuadernas de la mujer y del hombre,
Y agotan, apenas el mínimo soplo de espíritu santo
Entre grandes hermanos y carroñeros
Del interior del bruto producto de los dioses.
A los que niegan que la vida
Quizá pudiera discurrir por otros senderos
Alejados de los pavimentos establecidos
Bastardos del adoquín y del caminante.
A señores de cara infinita, a señoras
De poca solvencia pasional, a los niños
Que hipotecan realidades con realidades
Irreales. A ti también en tal caso
Si vistes pupilas con lentes de indiferencia
En lugar de existir ignorando los semáforos del clima.
Al malhechor que no se involucra
En el sexo sin condón si le apetece
Sin saber que quizá, la muerte será lo peor
Que le aguarde al otro lado del orgasmo.
A nosotros pequeñas partículas del racimo
De la bomba del cuerpo del ejército del imperio
De la dañina humanidad del ser humano,
Que no ignorante pero sí hipócrita
En el nacer y en el vivir.
A las sotanas empleadas en alejar
La palabra de Dios. En alejar a Dios
De los dioses de la inocencia, a los que
Adoctrinan la obra a los obreros a sabiendas
Que el ladrillo maltrata el lumbar
Y la vida no es vida más allá, aunque tampoco
la sintamos a veces en los ojos del más acá.
A mí mismo si rendido rindo mis hábitos:
Amar y odiar, en cumbres rabiosas
O en oscuras simas sinceras de carne viva.
A todos, sugiero dejen libre la ribera;
Apártense del andén de los que sueñan.
A los consumidores de tiempo y espacio
A abandonar las públicas vías de la razón
Cegada invito, por la inercia inefable que bulle
Por las aceras que nos llevan a morir.

UNA PELICULA, UNA CANCION, UN POEMA.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 21:00



En otras ocasiones he mencionado esta predilección mía por las historias en general. Ya saben, están ahí en cada momento, fortuito o intencionado, detrás de la señora que espera su cola a pocos metros de la cajera; en los libros, malos, buenos; en las películas, de las que ya dije que soy poco aficionado pero con una promesa de acercamiento; en las canciones, en las canciones con historias.
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Quedó por aquí huella de mi periplo a través de “El ángel exterminador” de Buñuel. De aquella a la que pretendo hacerme eco en estos momentos hay unas cuantas pero tal vez, no supieron o no supe, ver la magia de una buena historia contada con la mejor de los impulsos creativos. Hoy, mi pequeña aportación al mundo del cine pasa, por la que según algunos -más que meros aficionados al cine- definen como de las no mejores de ese peculiar gnomo que se me hace Woody Allen. Irreverente como soy me fui a verla. He de decir que un empujón importante para sentarme en el sofá y poner el DVD tiene nombre de mujer y la voluptuosidad femenina por bandera. Mis disculpas por ello pero, qué quieren que les diga, entre ella y yo (averigüen cual de las señoritas que aparecen) existe cierta atracción que nos impide que lleguemos a conocernos algún día. Magnífico: así yo la idolatro mientras ella disimula saber que yo no existo.
Como en la vez anterior, procuraré no decir nada que descubra ni una mínima parte de su contenido. Eso sí, hay que hablar de Barcelona y de la manera en que se nos dibuja en panorámicas iguales a las que vi todas y cada una de las veces que estuve por allí, haciendo especial hincapié en las obras arquitectónicas de Gaudí. Viendo la película anoté en mi memoria que, tal vez, Barcelona poco tiene que envidiar a París. A criterio dejo si es cosa del cine, o de la propia ciudad. También nos llevan las cámaras a Oviedo que, si bien desconozco, en la película, se nos presenta como un remanso de paz absoluta en varias escenas: el hogar de un poeta entregado a su obra; un íntimo concierto de guitarra entre verdes y verdes. Creo intuir de los protagonistas de la historia los extremos de la vida y el arte. Al fin y al cabo, la búsqueda transcendente y la de la mera existencia. En cuanto al arte señalar el papel que desempeña Juan Antonio (Javier Bardem) como artista de moda cuyas pretensiones parece no sobrepasar más allá de una vida bohemia; el personaje al que representa Penélope Cruz, artista también, derrotada y destructiva, incluso, en el interior de su obra. El otro extremo de ese mismo aspecto, el padre de Juan Antonio (Bardem), un poeta ya mayor alejado de la sociedad y cuya obra aspira, inédita en el momento, a calar más en el tiempo que en lo efímero de la vida. Toda una realidad presumiblemente del pasado pero que sigue latente entre los artistas.
Vicky y Cristina (Rebeca Hall y Scarlett Johansson), se plantean como los dos extremos de la búsqueda existencial. Vicky descansa su juventud en un inminente matrimonio acomodado y, Cristina, ávida por vivir de forma completamente emocional hace físico el lema carpe diem.
No esperen giros vertiginosos de admirar pues, los pocos en la película aportan más bien poco. Las escenas se suceden de forma muy natural y las distintas maneras de concebir el amor, contribuyen a seguir hacia dónde acabarán los pasos de los personajes.
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Es caprichoso el azar. Toda la semana sin poder quitármela de la cabeza. La melodía de lo que en principio identifico como un piano, no sé si violines también, y sobre todo la voz de Joan Manuel Serrat, que pienso como una parte más de la instrumentación. Toda la letra es destacable como unidad poética, y la historia cantada, el amor repentino, un azote de la fortuna en mitad de una agradable dulcificación de la escena ordinaria. Toda la semana sin poder arrancarla de mis sienes entre el deleite y, tal vez, la tortura de saber que hay cosas que o pasan muy pocas veces en la vida, o no pasan.
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La idea se completaba con la publicación de un poemita acto seguido a la canción. Simplemente me abstengo. Dejo que recapaciten en lo último que han leído.

DEL INEDITO POEMARIO "SONETARIO"

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 23:04

COMO DOS ANIMALES
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Niegan la terca brisa del temor
tenue, de haberse dado en el lugar
precoz y tempranero para sendas
imbéciles criaturas del camino.
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Sólo existe el espacio si se cede
para ser invadido por la ofensa
tenaz, de un presuroso colindante.
Es lo justo batirse, desenfundan:
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ya los ojos recorren lo capaz,
ya las manos se sueltan libertinas,
ya la boca deslengua el aire preso:
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“con Dios”; “muy buenas tardes”; “hasta pronto”.
Caducó la estrechez de lo cercano,
Se quebró lo creado y, luce el sol.
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LETRAS DEL SIGLO XXI
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No pretendo morir en tierra seca
sino en esta miseria tan amable:
esta alegre ribera inalcanzable.
Me torturé los pies con la hipoteca
que nos concede el mar como otra beca
para poder seguir el inestable
rumbo y ritmo, el camino deplorable
del ser que de continuo vive y peca.
El firme serpenteo driblo puestos;
estratégicas casas de mentira.
Y vomito unas bilis cuando paso:
¡Pero en qué coño piensan todos estos,
quemándose sus vidas mientras gira
la suerte de las letras, sin ocaso!
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CON ESTA BRUMA
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De nuevo sumo y sigo pero en sombra
delicada, y no niego que tranquilo
ando buscando tablas del sigilo
en títulos; relato que renombra
mi piel y mi cariz. Claro, me asombra
el crecimiento y cambio del estilo
que al contar cuentos “cuenta de la alfombra
que es inerte en su estar…”, se pone en vilo
el hombre frente a mí; puede escuchar
la historia que crepita con la pluma
y los labios sencillos de mi hogar.
Entonces puedo ver la cierta suma
de una letra más otra. Acompasar
los hilos y crecer, con ésta bruma.

Hoy estreno

Posted by Eduardo Flores | Posted in , | Posted on 0:26

Un pelín bloqueado. Entre "La canción del pirata", "Luces de bohemia", y el jodío Miguel Hernández -del que ya me aprendí hasta la talla de sus calzones- me digo "por qué no", y sí, me he convencido: hoy voy a hablar de cine y ahí es nada. El tema funciona en otros blogs y, aunque no sea por ello por lo que dirijo verbos hacia el mismo, he de reconocer que la forma en que me han predispuesto a degustar buen cine, ha provocado que, primero me dispusiera a conseguir películas (descargas de internet: echemos la culpa a la crisis, vale), visionarlas (aún no todas), y en estos precisos momentos a vomitar del monitor al minúsculo mundo lector de mi blog en el gran telar.
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Celebremos pues el estreno con un clásico. Además español, un tal Buñuel. Supongo que un mucho importante de culpa sobre la elección del cineasta elegido recae sobre la relación de este señor con cierta generación de literatos, pesos pesados, pilares de cada letra que se coloca tras de otra en la literatura actual. Desde ya me declaro neófito total, ignorante confeso y por lo mismo, espero disculpen los puristas blasfemias y demás derrapes de teclado. Ni idea de fotografía. Sé cuando una imágen se me presenta como una revelación más o menos trascendente. De interpretación, la cosa está aún más jodida. Hasta ahora sólo medía si la cara o los gestos del autor me hacían creer de verdad sus palabras y acciones. Sobretodo me impactan las mujeres que consiguen llorar hasta erizarme la nuca. El ejemplo más significativo, la actriz de aquella película de Jack Nicholson "Mejor imposible", nunca la olvidaré. La película tampoco, pero a ella ya le daba yo un sueldo para que me llorase cada día un ratillo.
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"El ángel exterminador". A cambio de no revelar absolutamente nada de su contenido a todo aquél que no la haya visto, les dejaré algunas palabrejas de su director, el señor Buñuel, que muy brevemente, da las claves que el predispuesto necesita:



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"Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos conscientemente. Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna." (Luis Buñuel)
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Daré también, por qué no, su ficha técnica por si de algún modo desconocido para mí, se les abre el apetito:
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Ficha técnica de El ángel exterminador (1962)
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Dirección: Luis Buñuel
Producción: Gustavo Alatriste
Guión: Luis Buñuel
Fotografía: Gabriel Figueroa
Música: Raúl Lavista; extractos de Scarlatti, Beethoven, Chopin y Paradisi; cantos gregorianos
Reparto: Silvia Pinal (Leticia "La Walkiria"), Enrique Rambal (Edmundo Nóbile), Claudio Brook (Julio, mayordomo), Patricia Morán (Rita Ugalde)
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En un principio la película muestra una normalidad dentro del contexto en el que se desarrolla. Los cambios de esa relativa normalidad se suceden de forma gradual, se asumen tal vez, pero sin que cada uno de ellos revele la situación en la que todo se torna poco antes del meridiano que divide el propio argumento. Todo sugiere de algún modo tales cambios pero nada, uno no se entera. La trágicómica situación nudo del argumento se plantea, supongo, en momentos muy variables para cada persona que la pueda estar viendo. Yo, la vi solo pero no dudo, de que haré el experimento de verla con otras personas para observar sus posibles reacciones. El desenlace, en el hilo de lo que se está viendo, deshace repentina y de forma inexplicable la situación, cosa que golpea y que no pude aclarar hasta empaparme varias decenas de críticas y estudios sobre el film. Sin embargo la clave, anda por ahí arriba, en palabras del propio Buñuel.
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Sean benévolos con el neófito pero sobretodo, si aún no han tenido la oportunidad de ver "El ángel exterminador", no pierdan el tiempo, porque si alguna vez pensé que en literatura, todos los géneros son poesía, hoy puedo decir que una parte del cine, también.






Exiliados de Macondo.

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 0:10

En este mundo en el que vivimos aun existen locos idealistas que creen en la Cultura. Individuos que desean plasmar sus sentimientos, sus experiencias vitales, sus sueños o sus locuras en un papel. Que desean llegar a los demás a través de la letra escrita. Pero, desgraciadamente, no todos tienen la posibilidad de ver sus escritos publicados. Algunos, los más, nos conformamos con que nuestros relatos –mejores o peores- vuelen por el mundo de lo virtual. Pero, de vez en cuando, aparece un soñador que te embarca en su locura.
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Eso me ha pasado a mí, y ahora soy yo el que deseo embarcar a otros. En un camino a la Literatura desde una revista, nacida en Cádiz. A punto de nacer. La revista EXILIADOS DE MACONDO parte de una premisa: ser un punto de reunión, un lugar de encuentro para aquellos que aún desean seguir soñando con letras escritas en viejos y ajados papeles. De aquellos que aún se sientan frente a un libro sabiendo que lo que sus páginas esconde será su camino durante unos días.
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Pero todo lugar de encuentro necesita personas dispuestas a encontrarse. Hoy abrimos un sueño a todos los que nos leen. Una revista. Un ambicioso proyecto nacido de la humildad. EXILIADOS DE MACONDO deja sus páginas en blanco para que sean llenadas por aquellos que, como tú que has seguido leyendo hasta aquí, también sueñan con ver sus letras, dentro de muchos años, entre viejos y ajados papeles.
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Si escribes y te interesa participar de esta locura tan cuerda, no lo dudes: exiliadosdemacondo@gmail.com

Cínico Beso.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 20:04

La húmeda estrategia para el deshielo
es el lugar
anímico del tiempo
donde se confunden
tu verdad y mi mentira.
O viceversa.
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Porque un golpe de tal calaña;
ese poema matizado con saliva,
no es criatura resultada
del amor o del odio
o de ambos a la vez.
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Y puede manifestarse
como terrible torbellino de tempestades
o una simple ola de mar
acariciando a su playa.
Un quejido.
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Un quejido y mueca
sin pronunciar una sola palabra;
la loca verborrea de las lenguas,
un dibujo de labios
distorsionado por el ruido
de otros labios.
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Por lo general,
todo un desagravio
para la respiración.

Canaán, Palestina, Israel.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , | Posted on 0:38

Hacía días que el calor ya nos había abandonado del todo dando paso a una suerte de lluvias intensas. Azotes como reprimendas a una tierra ya castigada de dolores, uranios y llantos, por la siempre estúpida condición humana. Esa mañana, seguramente algún compañero, debió de dibujar en ese mismo cielo, un sol pleno pero carente de sus propiedades más necesarias.
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No había dormido en toda la noche y la claridad de la incipiente mañana invitaba al paseo. Aproveché para acompañar a Ricardo en la revisión temprana de la valla y los muros que limitaban el observatorio. En cierto momento quedé rezagado contemplando el lado israelí. No era la primera vez que digería las dos caras de la moneda divididas por un horrible alambre de espino. No me sorprendía. Confirmaba la idea de una realidad que no es real para aquellos que creen vivirla a diario en sus preciados primeros mundos.
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Tímido, una sonrisa que saludaba o tal vez se disculpaba, se acercó desde el extremo de los vencedores, uno de los soldados que custodiaban lo que nosotros bautizamos como “la estrella de la muerte”. Un inmenso bunker que recodaba a los viejos y abandonados casamatas de la tan lejana por aquel entonces costa atlántica gaditana. En éste caso, la parte que se erigía fuera de la tierra gozaba del tamaño de un edificio de tres o cuatro pisos. Resumiendo: una monstruosidad de hormigones y aceros provista de todo tipo de tecnologías defensivas y de observación. Después de todo, tan sólo era una de las muchas réplicas que brotaban cada tantos kilómetros a lo largo de la ilegal Blue-Line.
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No quisimos hablar de la guerra. Supongo que a ambos ya nos parecía bastante surrealista estar hablando desde sendos extremos del mundo. Intercambiamos opiniones sobre la climatología del lugar y de lo apetecible que se presentaba la mañana.Le ofrecí un cigarrillo. Un Marlboro y, mientras yo encendía el mío, y él aceptaba el que yo le ofrecía, caí en la cuenta de lo curioso de la situación. Por lo que pude saber, el Marlboro que comprábamos en suelo libanés subvencionaba directamente a la complejísima organización de Hizbullah, inmediato enemigo del Estado de Israel en las tierras libanesas. Gastamos la mayor parte del tiempo de nuestro breve encuentro en otearnos discretamente, y en pasear la mirada a nuestro alrededor: yo, subía la vista desde un campo de cultivos por una ladera, hasta detenerme pausadamente en unas ordenadas columnas de carros de combate que roncaban en lo que en el argot militar se denomina como cresta militar, sin llegar a la parte alta de la elevación. Él, escudriñaba lo que la vista le permitía nuestro miserable puesto de trabajo y cama.
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Antes de despedirnos para toda la vida se interesó por nuestro bienestar en la zona. Apuntó que desde “la estrella de la muerte” habían observado movimiento de presuntos militantes de Hizbullah por las cercanías de nuestro observatorio durante las noches, cosa que ya sabíamos y que contribuía a nuestro noctambulismo voluntario, a pesar del cansancio. No dije nada al respecto. Le di las gracias y nos dimos la mano con un guiñar de ojos.
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En estos días, en los que la sangre mana del piso y el armagedón se sucede a diario en los lugares donde más cerca se está del cielo y del infierno, escucho con asombro las distintas opiniones de los diversos analistas de los medios de comunicación. Tratan de explicar al mundo lo que ellos mismos no consiguen entender del todo. Presentan a Hamas como un simple y desorganizado grupo terrorista, y al ejército israelí, que es toda la población, como meros genocidas. Quizá, si estos lamepapeles morbosos terroristas de la opinión pública, deslenguados ineptos, todos académicos doctores honoris causa, pasaran una temporadita buceando con la complejísima pesacadilla que muerde su cola de forma desesperada, entenderían, que para ciertos pueblos la supervivencia, salvando las capacidades económicas, depende de morir o matarse con su inmediato pueblo vecino.