Silencio.

Posted by Eduardo Flores | Posted in | Posted on 1:34

Ni el olvido ni la pausa, ni tan siquiera la vida. Sólo silencio. Una voz que es siempre la misma se desborda en los límites imposibles de mi aliento para quedar, agotada a los pies del sendero que nadie ha pisado nunca. Sé que ese camino que reconozco tan mío, tan propio del aire que me aferra como raíces invisibles, tan hijo de la misma carne que las olas de sangre que mi corazón impulsa a veces sin medida, es el mismo camino que a todos se impone inquebrantable como un mismo dolor.

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Si callo aunque sea en el fondo de toda una mentira es porque no lo hago. Porque si en alguna ocasión no he pensado en la palabra sino que he creído en ella como en mí mismo, tal y como me dejo herir y, tal y como produzco el surco rojizo en la vida, ahora, mis dientes mil veces golpeados, generan una explosión titánica de verbos poderosos como los dedos de un niño. Más que nunca creo en estos días en mi llanto, en mi risa; más aún en el espejo pulverizado que reconstruyo día a día ante las fauces de la fiera que espera en cada amanecer. También creo en pequeños volcanes en continua erupción que, lejos de escupirme a los ojos el magma de las manos titubeantes, bañan y doran las frágiles vísceras que en el extremo del amor casi dieron por perdida la batalla jamás comenzada.

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Como quien tiene conciencia de que todo esto escrito pero también, sentido, amado, llorado, reído, gozado y una vez más, escrito; como todo esto también ha sido leído; no quiero, por un respeto preñado de gratitud, puedan pensar que pegado al frío y tétrico tacto del asfalto dormita una toalla de sudores que huelen a caduco. Sólo silencio, como una prolongación del respeto, silencio y la disculpa por una espera que en lo inevitable puede no tener final.

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Mientras tanto pueden pensar, aquellos que me conocen y los que no, casi lo que quieran. Pero, si me otorgan un penúltimo suspiro, sólo les diré que yo desde el silencio, aún sigo.