Carta a la policia.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 18:20

Estimados y admirados policías:



Parece mentira, el día tan esplendido que hace. Quiero pensar que es realmente único.


¿Que por qué os escribo? Perdónenme, pero eso es algo muy complicado de explicar así por escrito. Tal vez, algún día, alguno de esos psicólogos de los que disponéis, y lo sé porque lo he visto en las películas y en esas series cutres de los canales de televisión, os lo puedan explicar dando rigurosos informes sobre trastornos de la conducta humana y demás rollos de loqueros. Lo realmente gracioso de ésta historia es, que seguramente no tendrán ni puñetera idea de por qué un hombre normal, porque créanme, soy absolutamente normal, os escribe una carta, sin remitente por supuesto porque no soy gilipollas, contando, eso sí, muy placenteramente, el fin que yo me he propuesto.


¿Quién escribe ésta carta? Os lo explicaré sencillamente. Un hombre casado, con tres hijos; una vida relativamente acomodada con un trabajo fijo y estable. Un hombre que lo único que pretende es hacer una confesión: Miren ustedes, soy un asesino en serie, y esto no es ninguna broma. Aún no he cometido mi primer asesinato, ni tan siquiera sé como se va a llevar a cabo, ni dónde, ni a quién. Pero lo tengo muy claro y decidido, soy un asesino en serie, y no hay que darles más vueltas al asunto.
No piensen mal de mí, ya les digo que no estoy loco. No estoy muy seguro de por qué he querido serlo, pero qué le vamos a hacer, lo soy y eso es lo que cuenta. Imagino que estarán de acuerdo conmigo.


Debo reconocer que mi empeño tiene contra la espada y la pared a la ética. Pero, por qué no voy a ser un asesino en serie, si me lo he propuesto con tanto entusiasmo. Es más, por qué no empezar por mi familia. Sí, es espeluznante. He visto casos en televisión de gente que lo ha hecho, y por ellos no he sentido más que una repulsión enorme; pero dicho sea de paso, así podré librarlos del sufrimiento que provocarán mis actos futuros. Qué pensarán mis hijos y mi mujer cuando ustedes, con un tacto exquisito hacia ellos, y una brutalidad de perro amenazado y vengativo hacia mí, me saquen de casa esposado y tengan el mal rato de tener que contarles que soy un feroz asesino en serie. Joder, con lo bien que suena. ¿Por qué nadie ha dicho nunca de mí que soy un trabajador en serie, si llevo trabajando treinta años? Supongo que son cosas de la vida, pero quién sabe, lo mismo hoy no tendría motivos para ser uno de esos asesinos fríos y metódicos que tantos quebraderos de cabeza proporciona al cuerpo de policía.


¿Ya han empezado mi búsqueda? ¡Por el amor de Dios! Quizá debería haber llamado a la Guardia Civil. Por cierto, qué profesionales ahora que lo pienso. Si en un futuro consiguen atraparme, estaría realmente bien, que fueran ellos los que lo hicieran. Hasta puedo imaginármelo: Seguramente el trato sería más duro, y me sacarían de los sitios para meterme en otros con la cara cubierta por una chaqueta o sucedáneo ¿Creen ustedes, que si el día que me atrapen, yo pidiera que me paseasen de casa a la cárcel, de la cárcel a la furgoneta, de ésta a los juzgados, con la cara descubierta? ¿Aceptarían? Ya sé que se trata de un futuro indeterminado pero es que oigan, hay que pensar en todo, porque si no, qué clase de asesino en serie sería yo.


He estado dándole muchas vueltas a la cabeza y saben qué, me preocupa un poco lo que mi madre, que en paz descanse, pueda pensar de mí entonces. Ella siempre me ha tenido como un hijo modelo. Responsable, trabajador, muy bueno en general; aunque también pienso, que para ella, seguramente sería el mejor asesino en serie de todos los tiempos, porque ella siempre pensaba que su hijo era el mejor en todo. Créanme, si yo, en vez de yo, me hubiese llamado Bin Ladin, y hubiera estrellado dos aviones contra los dos edificios más emblemáticos de Estados Unidos, causando el caos y matando a miles de personas, ella hubiera estado orgullosísima de mí y habría ido por la calle con la cabeza bien alta, presumiendo de que su niño es el mejor terrorista de todos los tiempos; además de tener un corazón que no le cabe en el pecho.
Qué le vamos a hacer, ella siempre fue así.


Por lo pronto, señores policías, he de despedirme, con un profundo dolor porque sé que el hecho de que yo viva en el mundo, en este preciso momento, complica el camino de vuestra existencia, y claro, como se pueden imaginar, no es mi intención amargarle la vida a nadie. En cuanto a quitarla, ya han leído mi carta, soy un asesino en serie y nada más se puede hacer por ello. Sé que habrá personas que sufran por mi culpa, pero mi oficio acepta de muy mala gana las lamentaciones y los remordimientos, por no decir que impedirían su desarrollo.
Sin más, un sincero abrazo, y mis felicitaciones por una labor bien hecha durante muchos años.


Siempre suyo,
Un asesino en serie.

En Las Termópilas

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 10:26

Desde mi más sincera rabia vengo hoy, a ciscarme en la pompa de los encuentros y recitales poéticos. Y lo hago, no por atacar de forma frontal y a nadie en particular (de manera que nadie tenga el goce de darse por aludido) sino más bien, con un fin de llamamiento a la reflexión general.
Pienso, como obligación vocacional, que toda persona cuyas inquietudes vayan más allá del ocio, presten una especial atención en la divulgación de la artes (muy en general), como una lucha contra los sistemas que dirigen todas sus fuerzas al control de todo lo movible. Las civilizaciones reniegan del paso del tiempo, sólo, cuando su cultura ha sido más notable que ellas mismas.

Entre que se van gestionando los asuntos que conlleva el venidero 6º encuentro de poetas en Puerto Real; mientras pierdo gran cantidad de masa gris, entre fuentes, formatos, y páginas de la revista que pretendo sacar cueste lo que cueste; resulta, que llega a mis oídos la proposición de organizar algún evento-recital con motivo de la llegada a Macondo, de la exposición itinerante que durante meses, recorre la tierra andaluza en homenaje a Juan Ramón Jiménez.
El debate, en un principio, se centra en si se puede o no tener la capacidad de sacar el tema adelante a pesar de las ya mencionadas ocupaciones. -surprise. Why not?- medita ingenua mi cabeza y en un segundo, respondo que sí, que no ha de suponer un problema. Pero he aquí el verdadero quid de la cuestión: el Exmo. Ayto. no da un duro para tal fin y por lo tanto el evento quedará privado de, músicos que acompañen los poemas, y de las copitas que faciliten las digestiones de las absurdas vanidades. En definitiva, para no sacarle las castañas del fuego a un Ayuntamiento ignorante y sin vergüenza, si no hay euros, no habrá acto. Todo queda en el aire.

Tal vez me equivoque -de hecho, la equivocación es la vía por donde siempre ha galopado mi existencia- pero, mi forma de ser en la poesía, es, tajantemente contraria, a que dicha exposición pase por mi Macondo Real sin el más mínimo detalle por nuestra parte, los humildes y ripiosos poetas del lugar; así tenga que tocar yo mismo el tambor en una mesa y haya de gastar mi tiempo en rellenar garrafas con agua de grifo.

Hoy, desde mi ira más sincera, vengo a ciscarme en la pompa de los encuentros y recitales poéticos.

sabes...?

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 19:04

La cotidianidad de la vida en pareja está llena, qué digo llena, repleta de momentos increíbles, ricos para el pensamiento poético y dignos de todo estudio científico. Pero todo esto es posible, si desde el lado del que miramos vemos a una persona mágica por naturaleza. Una divinidad que sólo es divina sobremanera desde nuestra perspectiva y que despierta el deseo de la más ciega idolatría.

Eduardito hijo, que no te enteras (Reflexiones)

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , | Posted on 9:21

Pensé que me resultaría más fácil. Sentarme al filo de la mañana con las arterias a medio gas y la pantalla, latiendo a mis doce como anestesia local. Sencillamente, no sé por qué lo hago. Cada vez que se me antoja, rebusco entre mis libretas; paso hojas, poemas; aquí una pequeña pero grande corrección, allá una lectura descontenta. Busco aquellos, los por mi considerados mediocres intentos de poesía; los que, con razón de acero o sin ella aún siguen vivos en el papel, sin la sentencia de unos profanos bytes.

Sin embargo y sin una finalidad cierta, pero sin rincón para las dudas, es una terapia eficaz para lo que yo creo una vanidad monstruosa, un exhibicionismo legal pero igualmente ridículo. La Muerte Del Suspiro cumple de ese modo una frustración permanente. Alivia las incertidumbres de un presunto crecimiento en el arte de las letras.

Pensé que sería más fácil descubrir el motivo de plantar mis poemas en los latifundios virtuales.

A veces, me encuentro en el mismo punto en el que el soldado se bate, entre la rabia desesperada de abrirse paso a cuchilladas contra la adversidad, o deponer humillado sus armas, y entregar al tiempo la suerte de elegir el mejor destino posible. Al cabo, nada grave, se suele resurgir de la maraña. Como del aire nace una vez más una idea y de ella, un nuevo poema.

Las sensaciones que me producen, la construcción de algunos versos y su posterior publicación, varía en lo miles de momentos que habitan el proceso. Señalo por ejemplo, la angustia de buscar al abrigo de mis posibilidades, la palabra la expresión el verso, sencillos versos antes los ojos del lector; que cada verso componga un poema lleno.
La caduca satisfacción del poema finalizado y completo; la breve, la estúpida victoria de cortar y pegar para que el resto del vecindario comparta las vistas de mi tendedero de causas, azares, y luchas.

Con una nueva etapa, un look digamos conservador de la esencia pero renovado, La Muerte Del Suspiro, limitada hasta ahora sobretodo al verso, ha aprobado por los pelos su primer curso "blogal" (dispénsenme). Es hora de enmendarse en un segundo.

...y que me cuenten historias (reflexiones)

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , | Posted on 11:05

Aparquemos pues, el verso. Mas nunca la poesía..

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Después de haber probado los distintos placeres, de toda índole, que hasta mi edad me ha sido posible disfrutar, puedo decir, que pocas cosas me han llenado tanto y de una forma tan agradable como las historias. Asumo con deleite todas aquellas anécdotas, aventuras y desventuras; pequeñas o grandes narraciones, consumidas de realidades o ficciones. Memorables pedacitos de tiempos y espacios que nos rellenan el espíritu de experiencias y mediante los cuales, se curte la personalidad individual del humano, se desarrollan naciones atravesando la niebla del tiempo. La vida misma, la carne y el hueso y el alma; el suelo que pisamos indiferente. Son centones cnstruidos apartir de vivencias que, de una manera o de otra, acaban, y ahí el placer, relatándose através de los innumerables medios de comunicación (entiéndase bien y en su sentido más amplio "medios de comunicación").

El placer de saborear historias, por supuesto, reside en la misma esencia de cada una de ellas sin embargo, el verdadero origen del disfrute se ubica, en la observación de lo capaz de que una historia sea grande, nos emocione, nos mueva; aunque se trate del más simple de los hechos. La forma de contarlas. Todos nuestros horizontes están increíblemente condicionados por la manera en que se nos ha contado nuestro pasado, ya sea a nivel de colectivo humano, o bien de personas individuales. En igual medida que la realidad, la ficción tiene el mismo efecto condicionante.

El uso de la lengua es el pilar básico en el que alguien se ha de apoyar a la hora de contar que historias. Pero yendo un poco más allá me atrevo a decir, que para lograr ea capacidad elocuente que hace grandes las historias, se ha de tener cierto dominio de la lengua escrita, cualidad imprescindiblemente necesaria y proporcional a la calidad de lo que se cuenta.

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Resulta paradójico.