Canaán, Palestina, Israel.

Posted by Eduardo Flores | Posted in , , , , | Posted on 0:38

Hacía días que el calor ya nos había abandonado del todo dando paso a una suerte de lluvias intensas. Azotes como reprimendas a una tierra ya castigada de dolores, uranios y llantos, por la siempre estúpida condición humana. Esa mañana, seguramente algún compañero, debió de dibujar en ese mismo cielo, un sol pleno pero carente de sus propiedades más necesarias.
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No había dormido en toda la noche y la claridad de la incipiente mañana invitaba al paseo. Aproveché para acompañar a Ricardo en la revisión temprana de la valla y los muros que limitaban el observatorio. En cierto momento quedé rezagado contemplando el lado israelí. No era la primera vez que digería las dos caras de la moneda divididas por un horrible alambre de espino. No me sorprendía. Confirmaba la idea de una realidad que no es real para aquellos que creen vivirla a diario en sus preciados primeros mundos.
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Tímido, una sonrisa que saludaba o tal vez se disculpaba, se acercó desde el extremo de los vencedores, uno de los soldados que custodiaban lo que nosotros bautizamos como “la estrella de la muerte”. Un inmenso bunker que recodaba a los viejos y abandonados casamatas de la tan lejana por aquel entonces costa atlántica gaditana. En éste caso, la parte que se erigía fuera de la tierra gozaba del tamaño de un edificio de tres o cuatro pisos. Resumiendo: una monstruosidad de hormigones y aceros provista de todo tipo de tecnologías defensivas y de observación. Después de todo, tan sólo era una de las muchas réplicas que brotaban cada tantos kilómetros a lo largo de la ilegal Blue-Line.
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No quisimos hablar de la guerra. Supongo que a ambos ya nos parecía bastante surrealista estar hablando desde sendos extremos del mundo. Intercambiamos opiniones sobre la climatología del lugar y de lo apetecible que se presentaba la mañana.Le ofrecí un cigarrillo. Un Marlboro y, mientras yo encendía el mío, y él aceptaba el que yo le ofrecía, caí en la cuenta de lo curioso de la situación. Por lo que pude saber, el Marlboro que comprábamos en suelo libanés subvencionaba directamente a la complejísima organización de Hizbullah, inmediato enemigo del Estado de Israel en las tierras libanesas. Gastamos la mayor parte del tiempo de nuestro breve encuentro en otearnos discretamente, y en pasear la mirada a nuestro alrededor: yo, subía la vista desde un campo de cultivos por una ladera, hasta detenerme pausadamente en unas ordenadas columnas de carros de combate que roncaban en lo que en el argot militar se denomina como cresta militar, sin llegar a la parte alta de la elevación. Él, escudriñaba lo que la vista le permitía nuestro miserable puesto de trabajo y cama.
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Antes de despedirnos para toda la vida se interesó por nuestro bienestar en la zona. Apuntó que desde “la estrella de la muerte” habían observado movimiento de presuntos militantes de Hizbullah por las cercanías de nuestro observatorio durante las noches, cosa que ya sabíamos y que contribuía a nuestro noctambulismo voluntario, a pesar del cansancio. No dije nada al respecto. Le di las gracias y nos dimos la mano con un guiñar de ojos.
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En estos días, en los que la sangre mana del piso y el armagedón se sucede a diario en los lugares donde más cerca se está del cielo y del infierno, escucho con asombro las distintas opiniones de los diversos analistas de los medios de comunicación. Tratan de explicar al mundo lo que ellos mismos no consiguen entender del todo. Presentan a Hamas como un simple y desorganizado grupo terrorista, y al ejército israelí, que es toda la población, como meros genocidas. Quizá, si estos lamepapeles morbosos terroristas de la opinión pública, deslenguados ineptos, todos académicos doctores honoris causa, pasaran una temporadita buceando con la complejísima pesacadilla que muerde su cola de forma desesperada, entenderían, que para ciertos pueblos la supervivencia, salvando las capacidades económicas, depende de morir o matarse con su inmediato pueblo vecino.

Comments Posted (4)

  1. Sin lugar a dudas sois los que habéis estado en aquella zona los que mejor sabéis la verdad. Sobre todo cuando sufristéis en vuestra carne -o en la de los amigos y compañeros- la locura de Próximo Oriente

  2. Es de obligación eplicar aunque sea por encima esta ligera pataleta.
    Aún no sé si son ganas de llorar o de reír las sensaciones que desde hace semanas invaden mis horas de radio. Resulta que, entre que unos someten a otros a un bloqueo insufrible, otros martirizan a katiushasos a una población enferma por naturaleza de paranoia sicótica. Mientras tanto, mientras la muerte se ceba y se cultiva, la comunidad internacional y sus periodistas gastan toneladas de papeles y tinta en buscar culpables acusando y acusando. Cosa que quede clara: comunidad internacional incluyendo a los países arabes, que también los hay muy pudientes y donde creo reside la posibilidad de acabar con tanta mierda.
    Condeno la desmesura de Israel, pero soy consciente de que es su única manera de sobrevivir: una garita judía en mitad del radicalismo islámico.
    Condeno a Hamás, por su oportunismo, porque se cómo funciona y cómo se mezclan con la población civil para disparar sus proyectiles. Al igual que Hizbullah se escudaba justo detrás del observatorio en el que yo y dos compañeros más hacíamos nuestra jodida tarea como putos e inútiles cascos azules (que esa es otra para contar) rezando para que alguna noche no nos encontrásemos con más plomo del habitual en el body.
    La paz y la paz y la paz, sólo tiene un camino: la existente pero ausente razón humana. Mientras tanto que no nos engañen más, diplomáticos, lamepapeles, políticos del mundo conocido. Todos mentirosos de profesión, putas de la esperanza, con mi más sincera reverencia y disculpas a las señoras descendientes de la de Magdala.

    Un abrazo señor Dursselev,
    Eduardo Flores.

  3. Estremecido me siento tras leer tus bellas aunque duras palabras, Eduardo. Yo, que me he permitido opinar sin tener la experiencia que brindas, valoro mucho lo que escribes con esa suerte de equilibrismo poético y una objetividad que se echa de menos en otros medios. Los mentirosos de profesión, como bien dices. A veces me da vergüenza ser periodista. En fin. Me gustó tu manera de pintar la historia con sus luces y sombras, las cosas no son blancas o negras, tienen demasiados matices, un abrazooo

  4. Un abrazo Enrique. Me alegro de que tu paseo por ésta, tu casa, haya sido de agrado. Mis disculpas también por la pataleta, por lo que at gremio se refiere. A veces resulta complicado no generalizar y salvar de la quema ciertos nombres de respeto obligado.

    De nuevo, un abrazo,
    Eduardo Flores.